Mi primer amanecer en la ciudad francesa llegó en menos de lo esperado, logré ver la belleza de las luces de su cielo que parecía ser más brillante al de mi pueblo Alemán y la coquetería de la gente que camina por sus calles, mostrando sus mejores ropas adecuadas para la moda actual y las mujeres moviendo sus caderas como pavos reales que necesitan presumir sus plumas para atraer al mejor postor entre los caballeros.
Ver a todas esas mujeres despampanantes me hizo sentir pequeña con mi vestido sucia y mi presencia desarreglada después de una noche ajetreada y días de viaje a carruaje, deseando tener un poco de adquisición capital como para poder costearme lo que ellas tienen.
Lástima que estoy atrapada aquí, en la gran ciudad donde supuestamente tengo más oportunidades para poder lograr mis sueños.
—Lo sentimos, no estamos contratando personal. —Si, supuestamente.
Ya que es el tercer lugar donde se niegan a proporcionarme trabajó a mi y a Moyra, esa mujer que recién en la noche me sal