Capítulo 4- Deudas de juego, son deudas de honor. (T)

Después que los tres se hubieran aventado la mayor carrera de sus vidas, y no poder respirar profundamente por más que lo intentaran, se detuvieron en una esquina para agarrar un poco de aire y poder reponer fuerzas. Damián al no saber qué había pasado estaba muy interesado en que su hermana le explicara ¿qué acababa de pasar?

- Qué… pasó… ahí?- preguntó Damián entre sollozos y sentado en la banqueta de la calle.

- No tengo idea- respondió Emilia con gran esfuerzo.

En ese momento sonó la alarma haciendo a todos consientes que todo el juego se había terminado rompiendo el corazón de Tadeo en el camino.

- ¿Qué rayos pasó ahí?- gritó descargando su coraje al preguntarle a Emilia, sentía que la impotencia lo iba consumiendo.

- ¿Qué pasó? ¡¿Qué pasó?! yo te diré que fue eso- gritó Emilia enojada y sin control- pasó que nunca debí aceptar esa apuesta y que a pesar de saber que estaba cometiendo la mayor estupidez de mi vida, cumplí con lo que había dicho- volteó a ver a Damián con una mirada significativa, una mirada llena de complicidad y comprensión.- Esa apuesta o castigo, como lo quieras mirar me convirtió en una marioneta, que podías controlar Tadeo y no mediste las consecuencias- cerró los ojos frustrada y al abrirlos continuó- no medimos las consecuencias.

- Cálmate- le pidió Tadeo- ¿Puedes respirar antes?

- No, no puedo y gracias a que el tiempo ya terminó podré decir lo que a mi se me dé la gana, jamás pensé en que este juego se saldría tanto de proporciones. Lo bueno es que ya nos salimos de ahí y que no los veré jamás.

- Dímelo a mi- susurro Tadeo al ver todo el lío que se había hecho y él no había conseguido declararse, pero qué sería de él si lo hacía ahora, realmente ni lo tomaría en serio “después de todos esos arreglos y de una pedida de matrimonio, el que yo se lo diga así sin más sería una burla” pensó para sí mismo “además está muy enojada y no escucharía para bien nada de lo que dijera”. Tendría que volver a empezar y planearlo muy bien esta vez.

- Pero ¿por qué dijiste que si Emi?- le preguntó Damián a Emilia interesado y confundido al no entender nada.

- Porque las deudas de juego, son deudas de honor pequeño, y podrán decir lo que quieran de mí pero jamás que no cumplo mi palabra, la condición de mi castigo era que no podría decir que no a ninguna pregunta que me hicieran y aunque no los conozco nos los encontramos en esa racha de tiempo, y muy a mi pesar, porque realmente me molesta haber ilusionado en vano al señor Carlos, parecía buena persona y muy feliz con la noticia.- la cara de Emilia cambio a una llena de nostalgia y tristeza.

- Sí se veía muy feliz- sonrió Damián.

- Bueno son cosas que pasan, seguro ahorita ya debe estar con ellos la verdadera novia y seremos el chasco que se llevaron antes de la gran propuesta- dijo Tadeo quitándole importancia, no quería que les tomara mucho tiempo olvidarlo todo.

- Aunque me ahorré el tener que decirle que el matrimonio o el amor no son cosas para mí, así que realmente no iba a perderse de mucho, imagínate Tadeo tener alguien como yo de esposa, que no cree en el amor ni en los compromisos de ese tipo y menos en los hombres, pobrecillo de ti.- dijo Emilia con cara de que era la cosa más extraña e irracional que pudiera existir.

Tadeo estaba a punto de contestar que no sería tan mala idea cuando un gruñido se escuchó de pronto, era el estómago de Damián que como no había comido y aparte se habían aventado una maratón improvisada, el cuerpo le exigía alimento.

- Vamos hermano- le dijo Emilia- tenemos que comer y esto lo pago yo, no vayamos a encontrarnos con una propuesta para ti o Tadeo.-  Bromeó muy a su pesar, aun no se le pasaba el enojo pero su hermanito no tenía culpa de nada, no todos los días salían de paseo.

Tadeo comenzó a preguntarse ¿Qué clase de broma era esta? En la que sin importar que la hubiera amado por más de diez años con devoción, llegara alguien que no figuraba absolutamente nada en esta historia  ¿acaso sería necesario pasar algún tipo de prueba en la que debería tener aún más paciencia? Cada vez estaba más seguro que era un cúmulo de juegos estúpidos del destino para medir su decisión y fortaleza, ¿Qué sería lo correcto a partir de ahí?  Tadeo se sentía cada vez más confuso, desesperado y estresado ante todo lo que quería se veia desbordado por un precipicio.

- Llamando a Tadeo a la tierra, ¡Tadeo, Tadeo!- se escucharon gritos a un lado de él, era Damián que intentaba llamar su atención gritando con sus manos en la boca simulando un megáfono, y ahí fue que regresó a su presente, había caminado en automático y no puso atención a donde iban.

Estaban en una taquería que era una de las favoritas de Damián, “perfecto, de nuevo a la rutina” pensó Tadeo antes de sonreír y sentarse para pedir la comida.

Que rico, aprovechemos que Emi va a  pagar hoy –Dijo resignado a ser de nuevo el buen amigo,  y a empezar otra vez.

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