Mis ojos estaban abiertos de par en par, tan clásicos como solían estar cada vez que Hardin me asustaba. La forma brutal en que caminó hacia mí... Podría jurar que golpearía al hombre que tocaba mi espalda desnuda. Pero prácticamente giré cuando me tomó de la mano, arrastrándome lejos.
Intenté resistirme... ¡De verdad lo intenté! Pero detener más mis pasos solo resultaría en ser arrastrada como una mujer de las cavernas. Hardin sujetó una de mis manos y la colocó sobre sus hombros. Tenía sensaciones que odiaba tener por él. Todo lo que surgió fue un recordatorio de los tiempos en que amaba en silencio a mi jefe perfecto. De los momentos en que lo buscaba, de los encuentros con otras mujeres. De la forma en que me juzgaba y evitaba mirar mi vientre.
Intentaba mantener mis ojos lejos de él, desviándolos hacia un lado, pero sus manos deslizándose por mi espalda me causaban escalofríos.
– Con permiso... – afirmé. Pero sabía que estaba atrapada, porque cualquier rastro de la personal