El ginecólogo se marchó después de darme la buena noticia de mi posible salida y los hombres se marcharon con él para hablar al respecto. Por lo que, Gabriela Delacroix fue quien se acercó a mí para acompañarme como mi madre debió hacerlo ahora.
— Que bueno que ya tengamos claro qué será. Así podremos adecuar su habitación. Aunque, tenía la sospecha que era niño, necesitaba confirmarlo.
— ¿Tenía la sospecha?
— Los Delacroix llevan más de cinco generaciones siendo sólo hombres. Esta, sería la octava generación donde las mujeres, no desean ser parte de está loca familia y vaya que es bueno.
— ¿Por qué?
— ¿Has visto lo loco que son ellos? Un hombre no entraría a esta familia, por muy adinerada que sea. En cambio, para las mujeres es distinto. Las familias adineradas vuelven sumisas a las mujeres y por ello, aceptan toda locura que se les ocurra. — comenta Gabriela decepcionada.
— ¿Usted tuvo que aceptar condiciones de ese señor? — pregunto y Gabriela asiente.
— Lamentablemente, sí. Aun