La sensación no era incomoda, no éramos exjefe y exempleado, ni mucho menos era Alessandro el demandante y Kim indomable. Solo éramos dos personas que, aunque no habían llegado a este tipo de intimidad, lo estábamos experimentando de la manera más cómoda.
Su respiración comenzó a ser pausada y su cuerpo empezó a relajarse, mientras yo estaba nerviosa por lo que podría pasar y no era porque quisiera que pasara algo, sino, el hecho que estuviera tan cerca.
Estaba ansiosa y más cuando él no hablaba ni se separaba de mí, por lo que, aclarando mi garganta, intenté reunir el valor para hablarle.
— ¿Deseas hacer esto todas las noches? — pregunto en un hilo de voz y yo no escucho alguna respuesta.
Lentamente, comienzo a moverme para alejarme de él y ello, consume tanto mi energía que cuando logro girar mi cuerpo, ya no tengo energía para regañarlo por haberse dormido, cuando solo le iba a permitir que estuviera cinco minutos aquí.
Pero, su rostro se muestra tan relajado, que terminó aceptand