—Está bien, señor, pero necesito limpiarme —dijo Elva con voz suave.
—Por supuesto —Dereck se puso de pie y la ayudó a levantarse—. No puedo llevarte al hotel para que te limpies; no quiero que la gente saque conclusiones equivocadas.
—Entiendo, señor —respondió Elva, mirándolo fijamente a los ojos