—¿Estaré atada de esta manera por otro mes? —preguntó Paola.
Dereck se puso de pie y caminó hacia ella, luego aflojó la cuerda que ataba sus piernas y manos.
Paola hizo una mueca de dolor mientras se sentaba erguida. —No huiré.
—Puedes intentarlo y ver lo que mi ira te causará —dijo Dereck.
—¿Cuáles