—¡Tráeme la bomba! —exigió Dereck, y de inmediato le entregaron un gran arma que lanzaba una bomba. La colocó cuidadosamente en dirección al avión que aún volaba en el aire.
Irvin, desde donde se encontraba, gritó desesperado:
—¡Jefe, no dispares!
Dereck ignoró su súplica y siguió apuntando el arma