El estruendo de la puerta del coche cerrándose y alejándose me hizo entender lo que estaba sucediendo.
El shock me golpeó con fuerza.
Entonces... ella ya no estaba frente a mí. Se había ido.
Las luces del coche aún brillaban a lo lejos, llevándose al amor de mi vida.
Sentí la mano de Liliana en mi espalda, pero mi cabeza aún procesaba aquellas palabras: "Nunca debimos conocernos."
La voz de Dayanara me sacó de mi parálisis.
—Leo, ¿qué haces aquí? Vamos, tienes que terminar el evento.
Pasé una mano por mis ojos, respiré profundo varias veces y me di la vuelta.
Le pasé por el lado sin mirarla siquiera.
—¡Oye, espérame!
*
Al finalizar el evento, mi familia quiso ir a celebrar, pero yo no estaba bien.
—Hijo, ¿dónde está Georgina? —preguntó mi madre.
—Se fue a casa... estaba cansada—
Me sonrió y siguió conversando con los demás, quienes reían ajenos a lo que ocurría dentro de mí.
Me excusé un momento y fui al baño. Mientras estaba allí, escuché a varias personas entrar riendo.
—¿Y viste a