59. celos
Nueva York, esa tarde el cielo se volvió naranja descolorido, barriendo las ventanas de la lujosa casa del segundo piso.
Sandra estaba sentada en un suave sofá color crema, con la mano todavía sosteniendo el biberón de leche con el que amamantaba a Álvaro. El bebé ahora estaba profundamente dormido en la cuna de madera blanca colocada cerca de la ventana, su carita parecía tranquila, sus labios fruncidos como si todavía estuviera pegado al pezón de su madre.
Sandra lo miró fijamente durante un largo rato y luego respiró lentamente. El silencio en la habitación parecía demasiado pesado.
Alan, su marido, está de viaje de negocios por una semana en Japón. Al principio, Sandra sintió que esta era una oportunidad para descansar, concentrarse en Álvaro y reorganizar su mente, que muchas veces había estado confusa desde que dio a luz.
Sin embargo, desde que María regresó a Indonesia, esta casa se siente como un espacio vacío habitado sólo por bebés y sombras de recuerdos.
Y ahora, desde que