Capítulo 5: Interesante…

Con una sonrisa arrogante entro como siempre lo hacía a la mansión, a su mansión… por que sí, todo eso le pertenecía y esos imbéciles debían obedecerle porque ella era la esposa el gran Decimo Albani; por lo que camino con paso firme y la cabeza en alto hacia la oficina de su esposo para mostrarle el ultrasonido del que sería su heredero, ya había repasado mentalmente el discurso e igual sabia como debía actuar.

- Pero miren a quien tenemos aquí – una voz femenina detuvo su andar, conocía muy bien esa voz y la detestaba, en verdad que esa mujer la sacaba de quicio, pero aun siendo la esposa del jefe no podía hacer nada contra esa mujer… la verdad prefería mil veces soportar a Chloe que a ella.

- Oh, Margot… - Alejandra la saludo fingiendo felicidad – que sorpresa, no pensé que llegaras de visitas.

- Ahórrate tu actuación barata para mi primo – le contesto con burla la mujer de larga cabellera color verde, piel clara, ojos color azules y poseía un envidiable cuerpo curvilíneo – conmigo no necesitas fingir zorra.

- … - Alejandra frunció el ceño – cierto, nosotras no debemos fingir – hablo en tono serio – así que dime ¿qué diablos haces en mi casa?

- Tu casa, jajaja esa estuvo buena – Margot sonrió de lado – te recuerdo esta es la mansión de la familia Albani y yo soy una Albani de sangre, no como otras que se creen la gran cosa solo por tener un revolcón casual con el jefe de la familia.

- Yo soy la esposa de Scott, aunque te duela.

- No me duele, querida – hablo mientras colocaba su mano derecha sobre su cintura – al contrario, me da lástima mi pobre primo, por tenerte a una put… digo tenerte como esposa.

- Margot, no molestes a Alejandra – en eso se escuchó otra voz femenina, ambas chicas notaron que una mujer se acercaba a ellas, quien se parecida a la nombrada, solo que esta se veía un poco más mayor y su cabello era corto.

- No la molestaba madre, solo platicábamos – contesto Margot con algo de burla.

- Bien, tu padre te está esperando así que no lo hagas esperar – le ordeno.

- En seguida voy – dijo de forma educada para luego voltear a ver a la peli naranja y dedicarle una sonrisa burlona – espero que nos diviertas esta noche – le murmuro antes de alejarse para ir al salón de reuniones donde su padre la esperaba.

- Gracias por eso tía Aiko – hablo Alejandra agradecida, pero noto que la mayor solo se quedó mirándola por unos momentos y sin dirigirle palabra alguna dio media vuelta y se alejó del lugar, dejándola sola - tch… malditas – se quejó.

Tras ese amargo encuentro retomo su camino hacia la oficina de su esposo, pero nuevamente su camino se vio interrumpido cuando el jefe de los mayordomos le indico que el Octavo deseaba hablar con ella inmediatamente, por lo que no tuvo más opción que acompañarlo hasta el salón de reuniones.

- Aquí traigo a la señora – indico el mayordomo haciendo una reverencia y dejando pasar a la peli naranja.

Al entrar Alejandra se vio de frente con el Octavo, sus dos hijos: el Noveno y Lucas, quien estaba acompañado de su esposa Aiko y sus dos hijas: Margot y Chloe.

- ¿Me buscaba? Octavo – hablo con un tono meloso en su voz, pero buscando esconder su miedo ya que era extraño que se reunieran sin Scott.

- Así es Alejandra – hablo con seriedad un hombre de edad, de cabello corto y canoso, piel ligeramente acanelada y ojos color marrón – queríamos informarte sobre el repentino cambio que habrá en la mansión y sus reglas.

- ¿Cambio? – pregunto extrañada.

- Mi nieto tendrá que salir de viaje por algunos días, para ver algunos pendientes con algunas familias aliadas y algunas negociaciones importantes – indico el mayor – por lo tanto, tus privilegios quedaran reducidos y durante la ausencia de Scott, tú no podrás abandonar la mansión.

- ¡Que…! ¿por qué? – reclamo Alejandra enojada.

- Cuida tu boca mocosa – le grito un pelinegro de cabello corto, ojos de color rojo, piel algo bronceada y de complexión fornida.

- Perdón Nono – indico con miedo la chica mientras bajaba la mirada, notando que su actitud hacia reír a Margot.

- No saldrás de la mansion, porque es tu deber como esposa del décimo permanecer aquí hasta su regreso e igual estarás a salvo ya que no deseo que le pase nada malo a mi bisnieto – hablo de forma dura el anciano.

- Si… sí señor…

- Es todo, puedes retirarte – indico Nono.

Tras eso la chica salió del lugar, donde tras cerrar la puerta a sus espaldas se derrumbó, ya que esas órdenes arruinaban todos sus planes, si no podía salir ¿cómo buscaría a un mocoso al cual hacer pasar por su hijo? y peor aún… será muy obvio que no estaba embarazada ya que bajo constante vigilancia sus movimientos eran muy limitados, en eso regreso a su habitación donde noto para su horror que ya empezaba esa nueva norma y porque vigilando su habitación no estaban sus amantes de siempre… ejem… sus guardaespaldas de confianza, eran unos sujetos nuevos, quienes ni le dirigían la mirada.

- Hehe abuelito Samuel eso fue genial – hablo divertida Chloe, mientras se colocaba de pie y le daba un abrazo al mayor, una vez que estuvieron solo s- esas fueron unas grandes ordenes Octavo – mención conteniendo la risa.

- No sé, que pretende mi hijo con todo esto – murmuro un poco enojado el pelinegro de mirada carmesí.

- Descuide tío Ricardo – hablo Margot de forma segura – recuerde que todos los planes de Scott, al final terminan siendo benéficos para la familia y lo mejor es que la meta es deshacernos al fin de esa molestia, por lo cual tendrá mi apoyo total en sus planes – opino.

- Estoy de acuerdo con mis hijas – hablo Aiko – ya no tolero a esa mujer.

- Tranquila mi amor, estoy seguro de que pronto ya ni sabremos de ella – hablo divertido un pelinegro de cabello corto, piel clara, ojos color negro y complexión fornida.

- Papá tiene razón y lo más seguro es que dentro de poco tengamos una nueva prima – hablo divertida Chloe – y solo espero que esta no sea tan altanera y bruta como Alejandra.

- Al final esa chiquilla solo resulto ser una mala inversión y una carga – hablo aburrido Ricardo.

- Yo solo espero que lo que este planeando Scott no tarde mucho, ya que el tema de que tenga un heredero no es algo para tomarse a la ligera – hablo de forma seria Samuel.

- Descuide padre, Lucas y yo ya empezaremos a buscar a la nueva candidata para ese puesto – dijo Ricardo.

- Que sea lo más rápido posible – indico Samuel antes de colocarse de pie y salir de la habitación.

- ¿Y a donde fue Scott? – pregunto Aiko, mientras se acomodaba en su asiento.

- A hacerse el tonto un rato – dijo fastidiado Ricardo.

- Bueno no debes quejarte tío, mi primo merece unas vacaciones – dijo Margot.

- No es bueno que Scott tenga muchas libertades o descuidara su trabajo y eso es algo que no tolerare – hablo de forma seria Lucas.

Mientras tanto en un hotel lujoso de la capital se encontraba cierto rubio de cabellera alborotada estaba disfrutando de sus minis vacaciones, recostado en la gran cama que ofrecía esa habitación mientras sonreía al recordar su plan.

- Bueno debo admitir que al fin Alejandra hizo algo bueno por mi – opino para sí mismo, mientras observaba el techo – y ahora… ¿qué hago primero? – preguntó en voz alta, tras pensarlo decidió ir a su pastelería favorita por algo de pastel, ya que llevaba una semana sin probar sus deliciosos postres, la cual no quedaba lejos del hotel de donde se estaba quedando.

En una zona cercana al hotel se encontraban dos hermosas rubias, quienes finalizaban su día de compras.

- Uff esto fue muy agotador – opino divertida Elena – no pensé que tardáramos tanto, hehe tu papá me va a regañar cuando llegué el estado de cuenta de la tarjeta.

- Eso fue porque te emocionaste y compraste demás – hablo aburrida Karen.

- Ah… lo dice la que ya le compro un conjuntito adorable a sus hijos – opino la rubia sonriendo de lado.

- … - claro que el comentario provoco un tic nervioso en el ojo derecho de su hija.

- Jeje vale no te enojes amor, ¿qué tal si en compensación? am… - Elena miro a ver a los alrededores – oh ya se, te invito a un delicioso pastel de ese lugar – dijo señalando de forma alegre la pastelería cercana.

- Odio lo dulce – contesto su acompañante.

- Cierto, pero a mis nietos les gusta – hablo la rubia acercándose a su hija y tomándola de la mano – así que vamos por una rebanadita – indico alegre.

Tras eso e ignorando las quejas de su hija, ambas ingresaron a la pastelería donde enseguida encontraron una mesa desocupada.

- Voy a escoger primero – dijo Elena, mientras se encaminaba al mostrador para escoger su rebanada, la cual fue sencilla de elegir, así como la bebida para acompañarlo.

Tras terminar ella regreso a la mesa para que su hija fuera a escoger su postre, algo que hizo de mala gana… por lo cual se tardó en escoger ya que empezo a ver con detenimiento la vitrina, pero gracias al aroma del lugar empezo a tener un fuerte antojo por algo de chocolate cubierto con más chocolate… realmente odiaba eso, pero tampoco podía hacer mucho para evitarlo ya que la primera vez que tuvo el impulso de comer algo dulce y se contuvo, lo lamento por todo el día ya que en su mente seguía rondando ese dulce y no desapareció de sus pensamientos hasta que lo comió. Paso su vista por la vitrina y lo encontró: la última rebanada de pastel fudge.

- Me da este – curiosamente Karen noto que su voz sonó con eco, por lo que al mirar hacia su derecha se encontró a un rubio parado a su lado, quien le parecía ligeramente familiar y en esos momentos señalaba la misma rebanada que ella habia elegido.

- Yo lo vi antes – reclamo en un tono infantil el rubio – pero… puedo cedértela si quieres – dijo algo molesto.

- No necesito de tu caridad, puedes quedártela – opino Karen molesta.

- ¿En serio? – indico alegre el rubio – entonces… - estaba a punto de pedírsela a la chica que atendía, pero entonces noto que su rebana ya era servida y entregada a la rubia platinada - ¡OYE! – se quejó.

- Lo pensaste mucho – se burló Karen sonriendo de lado, notando que su comentario hacia enojar al rubio.

-  Eso es trampa – se quejó mientras avanzaba para tomarla del brazo y jalarla para sí, pero no conto con que ella se moviera más rápido, sacando de entre sus ropas sus esposas de oficial y el rubio solo reacciono cuando escucho un clic… notando que ahora estaba esposado, algo que lo alarmo y asusto, ya que de seguro si su padre y tío se enteraban de eso, significaría más entrenamiento o peor… en este momento podría ir a prisión y considerarse cadáver lleno de plomo.

- Karen que esta… - en eso Elena apareció notando la singular escena: donde su hija estaba arrestando a alguien frente a la caja, pero en eso reconoció al rubio criminal – pero si tu…

- Ah… hola señorita – hablo algo nervioso el rubio, ya que ahora reconocía a la chica que lo estaba esposando, ella estaba con esa mujer con quien tropezó al salir del hospital.

- ¿Y que hace por aquí? – dijo divertida Elena.

- Am… pues…

- Está arrestado por tratar de robarme mi pastel – declaro de forma seria Karen.

- ¡Que…! claro que no, tú fuiste la que dijo que podía tomar ese pastel y luego me lo robaste – reclamo el rubio.

- Pfff jajaja – Elena no logro contener la risa – hehe perdón por esto, Karen suéltalo recuerda que él me ayudo y evito que me callera – dijo con calma.

- … - ella no dijo nada y solo se limitó a retirarle las esposas al rubio ese, para luego tomar su pedido e ir a sentarse en su mesa para empezar a degustar el pastel.

- Gracias… - indico de forma nerviosa el rubio.

- ¿Cómo te llamas? – pregunto Elena.

- Scott…

- Bueno Scott te recomiendo no hagas nada suicida y mejor olvídate de ese pastel.

- Pero…

- No, eso no está bien… que no te han dicho que no es bueno interponerse entre una embarazada y su antojo – hablo con calma Elena.

- Eh… - en eso Scott miro a ver de nuevo a la rubia platinada, quien ahora parecía distraída comiendo su postre y leyendo un libro, el cual habia aparecido mágicamente porque hace rato no lo tenía - ¿eh? ¿embarazada?

- Así es y ahora para pagarme tu deuda por haberte salvado de ser arrestado, me invitaras a un postre y te sentaras en nuestra mesa – dijo divertida la rubia.

- Supongo que es un buen trato – opino Scott, realmente esa mujer le parecía divertida y al final estaba de vacaciones así que podía salirse de su fachada de mafioso-sádico-sin corazón y pasar un rato normal comiendo algún postre y charlando de trivialidades.

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