Capítulo 3: Una vil mentira

En la mañana Rache despierta, siente doler todo, pero todo. Su cuerpo dolía demasiado; a parte de su cabeza que iba explotar. Mira su entorno y no puede recordar en qué momento ambos se quedaron dormidos, pero era un hecho, lo había conseguido. Mira al hombre a su lado que duerme sujetándola por la cintura.

—Debo salir de aquí.

Con cuidado sale de la cama, sale a la sala y toma su ropa que estaba tirada en el suelo, le era incómodo saber que saldría de aquí sin su braga, pero no había más que hacer. Toma un papel anotando su número de cuenta, si lo que dicen es real, este hombre le entregará el dinero. Podía quedarse para hablar con el respecto al dinero, pero con los recuerdos de anoche, sinceramente no quiere ver a ese hombre a la cara.

“Este es mi número de cuenta ***  *** *** por favor haga llegar el dinero ahí. Que tenga un excelente día y gracias por todo”

Abandona la suite, toma un taxi y se va lo más pronto a su hotel, dónde sus amigas la reciben no de buena forma.

—¡¿Qué demonios Rache?! ¡¿Sabes lo asustada que estábamos?! ¡Llamamos a la policía y dijo que debíamos esperar!

Dalia gritaba muy enojada y a la vez muy preocupada.

—Lo siento, estoy bien. No fue mi intención irme sin decirles.

—¡¿Dónde estabas?!

—Espera Dalia— Lola; quién hasta el momento había permanecido en silencio analizándola, se percata de algo. —Tienes cara de haber cogido.

—¡¿De verdad Lola?! ¡¿Consideras que es buen momento para hablar de eso?!

—¡No, no, mira! Mira su cara, mira como viene vestida— Rachel desvía la mirada. —¡Oh mi Dios, tuviste sexo con un desconocido!

—Bueno, la verdad— no sabe que decir, pero está segura de que, si les dice la verdad, no les agradará. Así que solo dirá que sí, pero no por la razón verdadera.

—No puedes negarlo— le dice Lola con emoción.

—Bueno, sí. Me acosté con un desconocido.

—¡Lo sabía!

Lola tomó a su amiga de la mano y fueron corriendo hasta la habitación de Dalia que era la primera.

—Cuéntanos todo.

Rachel sonríe y procede a contar que había caído por accidente en las piernas de aquel hombre. Contó tal cual fueron las cosas, pero claro omitiendo detalles realmente importantes.

—Lo lamento si me fui de esa forma, iba regresar antes, pero él no me dejó salir de la habitación y volvimos a la cama.

—Uy ese tipo de hombres me fascinan— dice lola de forma risueña.

—Aún no salgo del asombro de que te metió mano en medio de toda la gente— expresa Dalia con asombro.

—Lo sé, pero no les mentiré, es algo excitante hacerlo en medio de tantas personas.

—¡Mujer pervertida! — grita Lola. —Bueno señorita, mientras tu pasabas una excelente noche. Cierta persona llamó porque tú no atendías el celular.

—No le dijimos que no estabas, no quisimos alterar a nadie sin esperar a que amaneciera.

—Hicieron bien.

—Pues claro, quién iba pensar que mientras el tonto de tu novio te llama, tu estarías saltando en el regazo de otro— dice Lola con un tono coqueto.

—¿Te siente bien? — le pregunta Dalia y Rachel no entiendo su pregunta. —Bueno, esto prácticamente es una infidelidad.

—Ay es el idiota de Samuel, no cuenta como infidelidad.

Responde con burla Lola y Dalia niega.

Rachel permanece en silencio, si tan solo sus amigas supieran que él siempre supo todo y le permitió entrar en los brazos de otro hombre.

—Siento algo de culpa, pero ya no puedo hacer nada.

—¿Se lo dirás? — pregunta Dalia.

—No sé.

(….)

Sentir la usencia en su cama le extraña, tantea la cama y de no sentir a nadie, abre sus ojos con pereza. No estaba por ningún lado, no se oía ruido en la ducha y la ropa que en medio de la noche había quedado tirada en el suelo no estaba; se había ido.

Se levanta para sentarse en el borde del colchón, se percata del papel que había sobre la mesa con un lápiz encima, para que no se volara. Ve el número de cuenta anotado, toma su celular y hace la transferencia de la cantidad solicitada, por último, lee el agradecimiento y arruga el papel en sus manos. Él se mofa de esto y se siente como un estúpido, pero estaba bien. Había sido una excelente noche, había tenido un sexo fantástico y, a pesar de que no es algo que le gustaba hacer, anoche había poseído esos labios que daban hambre de más.

—Bueno, fue divertido mientras duró.

Tiró la nota en el cesto de la basura, entró en su ducha, listo para salir a tomar su avión de regreso a Chile.

(….)

Rachel tomó su lugar en el pasillo del avión, esperando a que entren los pasajeros saca su celular para echarle un vistazo. Los mensajes de Samuel invaden su W******p, quería saber cómo habían ido las cosas, que estaba muy preocupado por ella y hasta ahora no le había dicho nada. Al escuchar la voz de los pasajeros guarda el celular y sonríe al primero que aborda, le desea un buen día y un excelente bueno, para luego ayudarle a encontrar su asiento. Su celular suena y ella lo saca para ver de que se trata, era la notificación del dinero, su alma se siente más tranquila y ella vuelve a guardar su celular para proseguir con su trabajo.

El avión despegó rumbo a Chile, el viaje fue tranquilo, nada fuera de lo normal.

Al aterrizar ellas hacen todo su procedimiento antes de permitirles a los pasajeros bajar. Con el avión vacío ella tomó el manual, para anotar la falla en la tapa del baño, de ahí tuvo su reunió con la tripulación informando cada cosa del viaje. Con esto fue libre de irse a su casa, se despidió de sus amigas antes de subir a su auto.

Al llegar a la casa ve las luces apagadas, se hace la idea de que tal vez estaba trabajando, así que iba a llegar un poco más tarde. Entra en la casa y deja su equipaje en la habitación, descansa de todo al tomar una ducha y meterse en su cama para ver alguna película. Al paso de dos horas Samuel llega y sube rápidamente las escaleras, entra en la habitación y correr a abrazarla.

—Amor estaba muy preocupado por ti ¿Cómo te fue? ¿Ese hombre te hizo algo horrible?

—No, nada malo pasó.

—Entonces ¿El dinero?

—Lo tengo en mi cuenta del banco.

Samuel sonríe emocionado, abraza a Rachel y la llena de besos.

—¿Cuándo le entregarás el dinero?

—Yo te avisaré, primero debo contactarlos.

Ella asiente sintiéndose más tranquila, Samuel se mete en la cama con ella. La toca y la besa, él había prometido que borraría cada huella que aquel desconocido había dejado en su cuerpo, pero algo era extraño. Cada caricia que Samuel tenía en estos instantes, no llegaba a lo que ella vivió esa noche. Rachel niega ante sus pensamientos, esa había una noche que jamás se volvería a repetir. El amor de su vida era Samuel, no debía pensar en nadie que no sea él.

Entregados a la pasión se abrazaron, temprano en la mañana Samuel ha salido temprano. Rachel salió un poco más tarde para hacer las compras de la despensa, tomó su cartera y sin notar nada extraño salió de la casa. Concentrada empujando en carrito de compras mientras observa los precios de los condimentos, su celular timbra.

—Pero… ¿Qué es esto?

Una notificación de que se había pagado 50 millones al hospital Mirchet, este pago se había realizado con la tarjeta en la cuál ella tenía el dinero de Samuel. Llamó a Samuel, pero él no atendía, asustada de que algo ha pasado, deja tirado el carrito y sale corriendo del supermercado. Sube a su auto y conduce lo más rápido que puede para llegar a ese hospital.

Estaciona el auto y baja, corre dentro del hospital preguntando por él, pero nadie le da razones de un paciente con ese nombre. Extrañada camina sin dirección hasta que lo ve sentado en las bancas de un pasillo, se veía en perfectas condiciones, un doctor se acerca a él y le habla de una tal Fernanda. Ella se oculta para poder oír mejor la información y espera que no sea lo que su mente ya estaba imaginando.

—Con el pago que ha hecho, podremos darle la mejor atención a Fernanda, y su cirugía citorreductora ya está a la fecha con el trasplante.

—Entonces ¿Fernanda se salvará?

—Todo depende si el cuerpo no rechaza el trasplante— Samuel baja la mirada derrotado. —Haremos lo que esté en nuestras manos para que ella mejore.

—Por favor, y si se necesita más dinero yo veré la forma de conseguirlo.

Él doctor sonríe con compasión, se retira y Rachel deja de mirar. Su corazón duele, todo había sido una mentira, la había engañado vilmente para garantizar la vida de otra mujer y no importándole que se acostara con otro hombre. Cegada por la ira y el dolor sale de su escondite, debía enfrentar a este hombre que había acabado con su vida en menos de parpadeo.

—Rachel— dice su nombre con impresión.

Ella al llegar y estar frente a él le da una fuerte cachetada.

—¡¿Estos eran los matones que te perseguían?!

—Rachel, yo, puedo explicarlo.

—¡Me mentiste! ¡Me hiciste preocuparme por ti! ¡Porque supuestamente tu vida corría riesgo!

—Rachel no grites.

—¡Pero vaya sorpresa! ¡Se trataba de la vida de otra mujer!

—Rachel no tenía otra alternativa, debes entender. Fernanda tiene cáncer pulmonar, está muy adelantado y debía ayudarla.

—¡¿Qué entienda?! ¡¿Tienes el cinismo de pedirme eso?!

—Ella me necesita, no tiene a nadie que no sea yo— cada palabra atraviesa a Rachel. —Te lo iba a decir, pero no ahora.

—¡¿Con qué cara me ibas a decir esto?!

—Cuando a Fernanda le den alta necesitará gente que la cuide, la llevaré a nuestra casa.

—¿Qué?

—Hay que ayudarla Rachel, Fernanda me necesita y no puedo dejarla sola.

—¿Quién es esa mujer?

—Fernanda era una compañera de rodaje, cuando la conocí no aparentaba estar enferma, pero con el tiempo empeoró y ahora está aquí.

—¿Amas a esa mujer?

—Rachel.

Se siente aún más destruida que nunca, él había hecho lo imposible para obtener el dinero solamente por esa mujer.

—Tu hiciste que me acostara con un desconocido por otra mujer.

—Se que en estos momentos debes estar pensando lo peor, pero no, yo no la amo. Te amo a ti, solo me preocupa y quiero que me apoyes en esto.

—¿Qué te apoye? — expresa con dolor y burla.

—Si se necesita más dinero tu podrías.

—No— lo cortó fríamente. —No puedo creer que me hayas hecho llorar, pasar noches de angustia, vivir con el miedo de que te pase algo y lo peor de todo, empujarme a acostarme con un desconocido para salvarle la vida a otra mujer.

—Rachel debes entender.

—Tu no me amas, si me amaras jamás habrías hecho lo que hiciste— Samuel intenta tomar sus manos y ella retrocede. —Siempre me advirtieron sobre ti, mi padre, mis amigas y por mucho que odie admitirlo, mi madre también me lo advirtió.

—No seas egoísta Rachel.

—¿Qué?

—No puedes pensar solo en ti, Fernanda está pasando por una peor situación, peor que la tuya y tú haces un show— Rachel impactada por sus palabras siente muchas ganas de golpearlo. —Ya dije que la llevaré a la casa, así que deja de hacer tanto problema y copera.

—¿Tú de verdad esperas a que acceda a tu ridícula idea?

—Ya te dije que necesita ayuda.

Rachel se ríe con amargura, mira a las personas que los observan. Claro que habían reconocido a Samuel y con lo que han escuchado, era más que esperado que esto se iba hacer público.

—Está claro quién es tu prioridad.

—Rachel por Dios, ya basta.

—Se acabó.

—¿Qué?

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