Capítulo 23

James

Levanto la mirada cuando Leonore abre la puerta luego de pedir permiso. Deja un par de folios sobre mi escritorio, sonríe y les habla a mis hijos con voz chillona antes de salir sin dejar de mirarlos con una sonrisa. Arrugo mi nariz por lo desagradable que siempre me ha resultado que hagan eso. Ni siquiera Miranda con su desesperante personalidad les habla a los niños de esa manera tan desquiciante.

Y hablando de mujeres locas…

Presiono el botón del intercomunicador y le pregunto a mi secretaria por Miranda, quien lleva más de dos horas desaparecida; y no exagero como asegura ella, siempre.

—Aún en el área de diseño, señor —contesta, y suelto un gruñido.

El son

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