¡Jimena estaba que explotaba de rabia!
Había esperado toda la noche, desde las ocho hasta las doce y media, pero al final, él canceló de repente, ¡diciendo que no podía llegar a la cita!
¿No estaba jugando con ella?
Siendo la heredera de la familia López, ¿cuándo había sido tratada de esa manera? ¿Quién rayos se creía Dios M que era para dejarla plantada?
Furiosa al máximo, justo cuando iba a coger su celular para reclamarle, recibió un mensaje disculpándose: [Lo siento mucho. Podemos reprogramar para mañana durante el día.]
Jimena miró la pantalla rechinando los dientes, incrédula de que él tuviera el descaro de proponer otro encuentro.
[¿Y no me harás lo mismo que hoy? Te digo que estoy muy molesta.]
M: [Por supuesto que no. Lamento mucho lo de hoy. Mañana puedo llevar el loto nevado a nuestra cita. Claro, si te molesté hoy y prefieres no verme, lo entenderé y no te quitaré más tiempo.]
¿Llevaría el loto nevado a la cita?
Esa promesa funcionó como un hechizo, haciendo que Jimena olvi