—Sí.
Mariana recogió su cabello y lo sujetó con un sencillo pasador. Se quitó las gafas de sol y las colocó en su cabello, revelando un rostro tan hermoso que parecía ser el centro de atención de la multitud.
Estaba a punto de ordenar cuando sonrió con picardía y preguntó: —¿Hoy pagas tú, exmarido?
A Walter no le agradó mucho ese término, pero respondió: —Claro.
Mariana sonrió feliz al escucharlo y ordenó todos los platos recomendados del menú sin dudarlo.
Después, le pasó la carta a Walter y dijo: —Ya terminé, te toca a ti.
Walter, sin dejar de mirar su celular, respondió distraído: —¿No dijiste que me pedirías platos para niños?
—Estaba bromeando —Mariana le guiñó un ojo y murmuró.
Él la miró de reojo y dijo con indiferencia: —Lo que sea, yo como de todo.
Por lo tanto, Mariana pidió algunos platos no picantes para él y llamó al camarero para hacer el pedido.
Mientras esperaban la comida, Walter seguía concentrado en su celular, mientras que Mariana lo observaba con interés.
Quizás po