Walter, a pesar de tener una herida y no poder hacer esfuerzo, insistió en cargar a la pequeña. Como resultado, la herida de Walter se abrió, así que al regresar a su habitación fue a cambiarse el vendaje.
Walter suspiró mientras Mariana miraba con atención cómo la enfermera retiraba la gasa manchada de sangre.
—Evita hacer movimientos bruscos, ¿entendido? Aunque la herida no esté en una zona crítica, sigue siendo el hombro. Cualquier tirón o esfuerzo puede complicar las cosas, así que debes cuidarte bien. De lo contrario, podrías tener problemas más adelante.
Después de aconsejarlo, la enfermera salió.
Mariana observó salir a la enfermera y luego se volvió hacia el señor Guzmán, que estaba sentado en la cama con una expresión de desánimo. Mariana sonrió.
Se sentó al borde de la cama, tiró de la ropa de Walter y tocó suavemente el vendaje blanco sobre su herida.
—¿Escuchaste? No se permiten más movimientos bruscos —dijo Mariana mientras le ayudaba a acomodar su pijama de hospital, abro