Mariana, sintiendo la culpa, temblaba ligeramente con la mandarina en la mano y masculló en voz baja: —Dije que, ¿Walter también vendrá a celebrar la festividad con nosotros, está bien?
Lorena dejó las cosas sobre la mesa y se sentó en el sofá, preguntando: —¿Qué pasa? ¿No tiene familia propia?
Mariana se atragantó; esa pregunta era demasiado aguda.
—¿Lo expulsaron de la familia Guzmán? —Miró a Mariana de reojo, con una presión muy fuerte, casi feroz.
Mariana no se atrevía a hablar, pero tenía que responder: —No.
Lorena sonrió fríamente y preguntó rápidamente: —Entonces, ¿por qué no pasa el año en su propia casa y viene a la nuestra? ¿Está loco?
—Abuelita, él... —Mariana intentó explicar.
—No estoy de acuerdo —Lorena la desestimó directamente, sin escuchar su explicación.
Mariana se atragantó y miró al anciano. Sancho tenía una expresión aún más sombría, parecía estar de acuerdo con Lorena y miraba la televisión.
—Ahora no eres su esposo; ¿qué sentido tiene venir a nuestra casa a pasar