Leo inmediatamente señaló a Hugo, como si lo considerara un estorbo.
—Viejo, más te vale callarte, o te voy a quitar la vida.
Mariana, por su parte, sacudió la cabeza hacia Hugo, indicándole que no necesitaba ayuda.
—Dime —Mariana quería escuchar las condiciones de ese hombre.
Leo se rio a carcajadas y señaló los zapatos de Mariana.
—Quítate los zapatos.
Mariana frunció el ceño. ¿Quitarse los zapatos?
—Es solo mi peculiaridad. Vamos a ver si puedes cumplir —Sonrió de manera lasciva.
Mariana comprendió al instante por qué quería que se quitara los zapatos y se sintió asqueada. ¡Maldita sea!
—Eres un verdadero arrogante —Mariana lo reprendió sin rodeos.
Leo no se quedó atrás. Después de todo, era un hombre atractivo, y los hombres atractivos suelen tener su carácter. Un hombre sin carácter es tan aburrido como un perro muerto.
—¿Te los quitas o no? —preguntó.
Mariana apuntó a su cabeza. —Puedo hacer que te vueles la tapa de los sesos, ¿quieres intentarlo?
—Piensa bien en lo que haces.
Le