Mariana vestía de manera sencilla, con un ajustado vestido negro. Al entrar, se quitó el abrigo y se lo entregó al camarero.
Vicente, al ver a Mariana, no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Jacob miró a Vicente con resignación, suspirando: obsesivo.
—¡Mariana! —Vicente se acercó a ella con calidez.
—Vicente —Mariana asintió.
—¿Quieres beber algo? —preguntó Vicente.
Mariana sacudió la cabeza de inmediato: —No, ya sabes que anoche bebí demasiado.
Vicente sonrió.
Él había visto a Mariana borracha la noche anterior.
Era aún más encantadora en ese estado.
Lo que más le había conmovido fue cuando ella lo despidió.
Con mil advertencias: "Conduce despacio, ten mucho cuidado, regresa a casa sano y salvo. De lo contrario, en mi casa, eso podría considerarse un asesinato indirecto."
Ella no dejaba de asomar la cabeza por la ventana.
Vicente, exasperado, le dijo: —Traje un chofer, estoy en la parte de atrás.
Mariana finalmente se frotó los ojos y pareció despertar, dejándolo ir.
Vicente no tenía int