Carlos ya había allanado el camino con esmero, y tras una pequeña charla, escuché atentamente las opciones para las clases virtuales que me permitirían nivelarme rápidamente y graduarme ese mismo año.
— Bueno, Esteban, eso es todo. Pero sabes que todo depende de tu esfuerzo. No desperdicies esta oportunidad —dijo Cayetano con un tono serio y paternal.
— ¿Por qué todos me dicen lo mismo? —pregunté, un tanto frustrado.
— Quizá porque en los últimos años no te has enfocado en el camino correcto, el que tu padre deseaba para ti —respondió con un dejo de melancolía en su voz.
— Lo sé, tío. Por eso quiero terminar la carrera lo antes posible —dije, intentando mostrar mi determinación.
— Me parece muy bien. Te quiero aquí el lunes a las nueve de la mañana para presentarte al grupo —dijo, con una sonrisa de aprobación.
— Aquí estaré, tío.
— Cuídate y deja de preocuparte por hacer feliz a todos. Sé tú mismo.
— Es lo que intento —respondí, aunque en el fondo sabía que aún tenía mucho por aprend