Scarlett no lo había entendido antes, pero ahora sí lo comprendía...
Cuando ella amenazó con llamar a la policía, Sebastián YA SABÍA que no tenía su teléfono consigo. Es más, lo sabía porque ¡él mismo le había quitado ese teléfono de Lilith! Si había encerrado a Lilith solo para atraer a Silco, ¿por qué dejar que Lilith conservara su teléfono? Por lo que parecía, Silco tenía a su propio hombre vigilando a Scarlett.
—¿Él lo sabía? No, no puede ser... —objetó Lilith—. ¡Estaba CON Ava y casi la besa! ¡Dijo que te drogaría y te destruiría!
—¿Cómo me encontraste? —Preguntó Scarlett de repente.
Lilith no había visto a Sebastián cuando irrumpió en la habitación, así que le lanzó una mirada afilada a Damián, quien levantó las manos en señal de rendición al instante.
—No tengo idea de qué está pasando. Solo recibí un mensaje de Sebastián diciendo que Scarlett podría estar en esta habitación.
—¡¿Tu fuente secreta era Sebastián?! —Exclamó Lilith.
Damián no se lo había dicho. De hecho, le había