Veinte años después

La mañana en Elyndor huele a jazmines en flor y a pan recién horneado. Nada parece urgir. Nada duele. El tiempo, ese mismo que alguna vez fue enemigo, se ha vuelto ahora aliado silencioso de la reina Eleonora.

Desde el balcón más alto, se divisa la vida del reino floreciendo en armonía. Las calles están decoradas para una celebración especial: el aniversario del pacto de unión entre Elyndor y los antiguos reinos de Lirven y Borania. Dos décadas de paz, de justicia, de crecimiento… de amor.

En el interior del palacio, Eleonora acaricia con ternura los cabellos dorados de su hija menor, Amaris, de dieciséis años, quien se recuesta con la cabeza en su regazo, murmurando ideas para la ceremonia del atardecer. La joven tiene la fuerza del padre y el alma rebelde de la madre. Lleva en la mirada la luz de los nuevos tiempos. Sueña con recorrer el mundo, conocer los territorios aliados y quizás, algún día, escribir sus propias páginas en la historia.

—Hoy vendrán de