Una semana ha pasado desde aquel día extraño, revelador, casi irreal. A veces Amaris se pregunta si en verdad ocurrió o si su mente, cansada de tanta incertidumbre, le jugó una ilusión.

Pero no. Lo sabe con el cuerpo. Con el corazón. Lo que vivió con Brígida fue real. Cada palabra está grabada en su memoria como si fueran parte de su piel. Desde entonces, todo ha cambiado dentro de ella, aunque por fuera la rutina siga igual.

Piensa mucho en su madre. Se la imagina niña, creciendo en aquel pasado remoto que ahora le pertenece también. Se pregunta cómo habrá sido saber que su alma había vivido antes, que su corazón no era nuevo, sino antiguo y lleno de promesas. Se pregunta cuándo lo supo. Cómo. En qué momento reconoció al amor de su alma y decidió que valía la pena desafiarlo todo por él. El tiempo, la historia, la muerte misma.

Ella quiere saberlo todo.

En cuanto tenga a su madre de frente, despejará todas sus dudas.

Pero no sabe cuánto tiempo se tarde ese día.

Hasta esa mañana.

Esa