La cachetada de Giovanni me dejó toda la mejilla derecha hinchada y con un ardor punzante. Entre mi vida pasada y esta, ya estaba harta de su maltrato. Mi primer instinto fue abalanzarme sobre él y devolverle el golpe.
Pero al ver que estábamos rodeados por los invitados a la cena de Navidad de su familia, respiré hondo y relajé los puños que tenía listos.
Ellos podían permitirse el descaro, pero yo no. Era la primogénita de la familia Vinci, la consentida de mi padre y la futura esposa del heredero de los Carlo.
Al ver que no iba a defenderme, Eleanor sonrió con aires de grandeza.
Giovanni pareció darse cuenta de que se había excedido e intentó ayudarme a que me levantara, pero ella se aferró a su brazo y comenzó a lloriquear.
—Giovanni, ella me empujó y me caí. Me duele mucho el pie…
Sus lágrimas brotaron, atrayendo la atención de los invitados, que comenzaron a señalarme y a cuchichear.
—Mírala, es la hija de los Vinci. Como ningún hombre le hace caso, se desquita con su hermana que