Todavía manteniendo en su mente aquella imagen, esa imagen clara de esos ojos dorados, llenos de furia y resentimiento, Alexis creyó que moriría de la vergüenza.
“Bien, basta, tomemos un descanso”.
Abriendo los ojos con las palabras de su primo, Alexis intento replicar: “Estoy bien, podemos continuar”.
Dejando los documentos que revisaban juntos en la alcaldía de la ciudad, Nikolai preguntó: “¿En serio? Alex, te estabas durmiendo”.
Ya sin poder negar que estaba agotado, ahogando un bostezo, Alexis respondió: “De acuerdo, tomemos un descanso”.
“Ya es medio día, vamos a comer algo”.
No importaba si Alexis no había podido dormir por la preocupación que sentía la noche anterior, o si estaba tan preocupado que no podía dejar de pensar en Luka, sin importar su situación, Alexis tenía que