—Debemos sacarte de aquí —la voz de Izan hizo que Harper moviera la cabeza siendo consciente de realizar el movimiento y no por inercia—. Alguien de aquí tuvo que informar que estabas presente. No tendría otra razón para enviarlo a este sitio precisamente– los hombres de seguridad que ahora la seguían dejaron de preocuparse por cuidar su espacio y se acercaron para tratar de sacarla de ese sitio atestado de personas tropezando—. Ve al auto, nos haremos cargo. No te muevas de ahí.

Harper quiso dar un paso, pero su cuerpo se negó. Tuvo que forzarse a reaccionar. La impresión no la debilitó, solo la obligó a recordar que incluso el horror podía planearse en manos de Valente Bohemond y Zorina Smirak.

Clifford intentó hablar, balbucear una súplica que no llegó a salir. Quería ayuda, redimirse pidiendo disculpas… pero lo único que obtuvo fue un gemido que no salió de sus labios sellados. Y al elevar la vista lo que encontró fue la última mirada que Harper le dedicó; vacía, inalterable. No h