Capitulo cuatro

Gio

—Todo está hecho—dijo Paolo.

—Bien—dije mientras buscaba una de mis botellas de  whisky serví dos tragos y le di uno Paolo.

—Por lo menos ya no tendremos a esa rata por ahí—

Alonzo Giordano firmo su sentencia de muerte conmigo cuando me traiciono. El muy idiota pensó que era fácil robarme haciendo negocios conmigo, tubo el mismo final que le pasa a todos los que se meten con la familia. Pero no solo me molesto que me robara, sino que cuando las cosas se empezaron a poner mal decidiera llamar a la policía, lo cual fue su mayor error. David, el jefe del departamento de policía, el mismo lo trago hacia mí.

— ¿Cómo te la pasaste con Angélica?—pregunte mientras me recostaba en el respaldar de mi asiento.

Paolo rio—Esa chica es un encanto, hiciste un buen trabajo criándola—

Tome un sorbo de mi trago—No parece ser un encanto desde que cumplió quince—

—Eso es porque no la dejas divertirse—Paolo me miró fijamente— ¿Que te preocupa? hasta ahora no tenemos una amenaza real que la ponga en peligro—

—No esperare a que haya una—dije lo cual hizo que mi primo pusiera los ojos en blanco.

—Sabes perfectamente que si la sigues manteniendo encerrada llegara un momento en que se ira—dijo.

Eso es lo que él cree, no pasara. No voy a cometer mismo error que con mi hermano, alejarlo fue lo peor que pude hacer.

—Angélica estará bien solo quise que aprendiera una lección por escaparse—lo cual espero que no se le ocurra volver hacer—Le permitiré salir de vez en cuando, con dos guardaespaldas—

Paolo asistió—Estará feliz por eso—

Claro y yo también, tal vez así haya paz en esta casa.

—También sería bueno que no estuvieras tan distante con ella—fruncí el ceño—No sé qué les pasa antes eran como uña y mugre y ahora se la pasan todo el tiempo peleando—

—Es normal ¿recuerda que es una adolecente y todavía está en su tiempo de rebeldía?—digo.

—Ambos sabemos que eso no es así—resoplo—Los dos son demasiados tercos—

No lo negare, algo muy común de cualquier Moretti es su terquedad y orgullo. Para mi mala suerte esa es una cualidad que tiene Angélica la cual nos lleva a pelear todo el tiempo. Las cosas eran más fáciles cuando era una niña y se comportaba, ahora parece querer llevarme la contraria a todo solo por gusto.

—Creo que es mejor que vayamos a cenar—digo levantándome de mi asiento—Angélica debe de estar esperándonos—

Fuimos a la sala de estar donde por supuesto estaba Angélica, viendo las noticias, las cuales por cierto hablaban de la muerte de Alonzo. Angélica sonrió cuando noto nuestra presencia.

—Qué triste como murió ese pobre hombre—me miro—Sabes tío Gio creo que ese hombre me parece muy conocido, es más creo que lo he visto varias veces viniendo a la casa para hacer negocios contigo en tu oficina—

Tomo el control remoto de sus manos por lo cual me fulmina con la mirada, la ignoro, mientras apago el televisión.

—Creo que es mejor que comamos algo—digo.

—Claro y así podemos olvidarnos de la muerte de Alonzo Giordano—sonríe mientras se va a la cocina.

—Sabe que lo matates—dice Paolo.

—Es muy inteligente— además de bocona— Pero espero que no se meta en los negocios de la familia—

—Ya lo está haciendo Gio y ambos sabemos cómo puede terminar eso—dice Paolo dirigiéndose también a la cocina, decido seguirlo. Ahí encontramos a Angélica comenzando a cocinar lo que parece pasta.

—Qué tal si te ayudamos princesa así terminas más rápido— dice Paolo mientras se acerca para ayudarla a contar unos tomates.

Decidido quedarme mirándolos cocinar y hacer bromas, parecen estar divirtiéndose. Por lo que no menciono lo de Alonzo, no me gusta hablar con Angélica de los negocios de la familia, lo hago para protegerla. Pero al final creo que si no le digo las cosas ella las va a buscar por sí misma y conociéndola no puede significar nada bueno.

Mi mundo es peligroso, es difícil entrar pero más difícil es salir. No hay más salida que la cárcel o la muerte y no quiero nada de eso para Angélica. A pesar de que sé que quiere ser parte de los negocios de la familia.

Por lo general las mujeres de la familia se quedan afuera de los negocios. Las familias italianas son muy tradicionales, mujeres en casa y hombres en los negocios. Afortunadamente mi padre cambio varias de estas normas, muchos se reusaron a este cambio y por eso sellaron su destino. Mi madre fue una de las pioneras en involucrarse de lleno en los negocios de la familia, no fue fácil en un mundo lleno de hombres, pero mi madre tenía un gran carácter y supo hacerse escuchar. Ella hubiera adorado tener una hija, y sé que por eso amaría mucho a Angélica.

Seguí con el trabajo de mi padre, eliminando algunas normas que eran muy anticuadas en la familia. Las cuales nos retenían en una vieja era. Fue difícil considerando que la mayoría de los líderes de la familia son ancianos, pero al final pude hacerlo. Todos tuvieron que entender que para evolucionar y avanzar se necesitan cambios y me importo muy poco si muchos estaban en desacuerdo. Tuve que validar mi poder como jefe de la familia Moretti lo que significa que si estas en mi contra solo habrá un final para ti. La muerte.

Paolo pone un plato de pasta en frente de mí no digo nada. Al parecer ya decidieron que comeríamos en la encimera de la cocina, lo cual no es problema hay suficiente espacio para los tres y para más personas. Este era el lugar favorito de mi madre, le encantaba la cocina, por lo cual mi padre decidió mandarle a construir una a su gusto, igual que el comedor. Ambos espacios están diseñados para acoger a muchas personas. Mi madre solía hacer muchas fiestas, le encantaba presumir de sus habilidades culinarias.

Lástima que cuando murió se fue la magia que estaba en esta casa. Llegue a ser el segundo al mando antes de cumplir diecisiete, solo porque desde la muerte de mi madre, mi padre era un muerto en vida. Solo existía, pero esa luz en sus ojos había desaparecido, supongo que la muerte de mi madre fue decisiva para la decisión que tomo Leonardo. Pues, al poco tiempo de su muerte el decidió irse.

Y en menos de un año mi padre murió por lo cual tuve que hacerme cargo de los negocios de la familia. Fue duro pero al final pude lograrlo, pude lograr lo que siempre quise, estar al frente de los negocios de la familia, como el jefe.  

—Esta delicioso ¿verdad Gio?— pregunta Paolo. Veo mi plato solo he probado dos bocados.

—Si lo está—digo.

—Si lo estuviera comerías más— dice Angélica—Bueno aunque no te puedes quejar porque nos dejaste todo el trabajo a Paolo y a mí—

Angélica nunca se queda callada desde pequeña sabía que tenía agallas, a veces no sé cómo lidiar con eso. Si fuera otra persona ya estaría a dos metros bajo tierra por atreverse a hablarme así. Pero Angélica es un caso muy diferente.

—Lo siento—la veo fijamente—Estoy un poco cansado—

Paolo me mira sorprendido igual que Angélica. La diferencia es que Paolo no dirá nada, puede ser mi primo pero sigo siendo su jefe, todo lo contrario de Angélica.

—Esto es sorprendente puedo contar con una mano las veces que te has disculpado conmigo—sonríe— ¿Puedes hacerlo de nuevo? sería divertido grabarlo con mi teléfono, ya sabes como recuerdo—

—Tu misma lo dijiste no suelo disculparme a menudo—me levanto dando por terminada la noche.

Me dirijo a mi habitación, me quito mi ropa quedando nada más en calzoncillos y me tiro en la cama. Fue un largo día, no tener a Paolo, que además de ser mi primo es  mi segundo al mando hizo las cosas más difíciles. Siempre acostumbro a trabajar hasta tarde, hoy no fue la diferencia. El imperio Moretti, cada día es más grande y tiene más influencias. He trabajado duro para que la familia sea lo que es hoy en día, pero eso también tiene consecuencias, muchos se disfrazan de amigos cuando en realidad están buscando grabarme el puñal por la espalda.

Ese es el precio del poder mientras más alto estés más personas querrán ver tu final.

Lástima que no es fácil acabar con un Moretti. Mi padre siempre dijo que nuestro linaje es de guerreros, de hombres hechos a sí mismos y me alegra se participe de eso.

Angélica tiene el don que tienen todas las mujeres Moretti es fuerte, sé que esa fuerza la llevara lejos en la vida.

Desde que ella llego a mi vida, todo cambio. Su protección es mi prioridad, m****a no he estado con una mujer en años, rechace rotundamente el consejo de varias amigos de que debería casarme. El matrimonio no es lo mío, además que todas las mujeres que sean acercado a mí solo lo hacen por mi posición en la familia y por mi dinero, sé que lo único que buscan es un anillo en su dedo y tener a mi bebé como próximo heredero de la familia.

Pero hay una idea que no sale de mi mente, desde hace días he pensado en algo que sería una locura, algo que estoy seguro que sería rechazado por todo los del consejo. Pero que daría cabida a una nueva generación más fuerte, pero todavía tengo que seguir pensándolo.

Después de un rato más quedo profundamente dormido. Al día siguiente me despierto temprano, por lo general siempre soy el primero en despertar. Angélica odia despertar temprano, cuando lo hace tiene un humor de perros. Paolo prefiere seguir descansando hasta que voy personalmente a su habitación.

Preparo el desayuno, panqueques y tocino, además de fruta y jugo de naranja. Termino rápido y me dispongo a poner todo en la mesa, frunzo el ceño cuando veo el reloj y me doy cuenta que son más de las nueve de la mañana y ni Paolo y Angélica sean despertado.

Ruedo los ojos y voy en busca de mi primo ya que sé que Angélica será más difícil. Abro la puerta de su habitación sin tocar, encontrándolo profundamente dormido, le doy un golpe en la cara lo cual hace que se despierte rápidamente y me apunte con su arma que estaba debajo de su almohada.

— ¡Estás loco!—grita.

—Vístete tenemos trabajo que hacer—me limito a decir mientras voy a la habitación de Angélica.

A diferencia de Paolo ella esta despierta viendo la pantalla de su computadora, se ve muy concentrada, tiene sus audífonos y supongo que con música en alto volumen porque no ha notado mi presencia. Me acerco a ella, le quito los audífonos para tener su atención. Lo cual no parece gustarle porque me fulmina con la mirada.

—El desayuno está listo— digo.

—Bajo en un minuto—resopla.

Salgo de su habitación antes de entrar en una discusión que sé por experiencia no será buena, los dos somos demasiado tercos como para dar nuestro brazo a torcer, incluso cuando sabemos que estamos equivocados.

Me dirijo  al comedor  esperando que mi primo y mi sobrina vengan a comer antes de que se enfrié la comida, por suerte no tardan mucho en aparecer ambos con una sonrisa que me dice que quieren hacer una locura y sinceramente tengo mucho con su salida de ayer. He notado como Angélica se ha obsesionado con estar todo el tiempo en su computadora, sé que es joven y la mayoría de los jóvenes siempre están en esos aparatos electrónicos pero demonio, Angélica ha rebasado la línea y como si fuera poco Paolo le compra otra computadora. Pero no diré nada ya que no quiero otra discusión estúpida que no llega a nada. 

—Se ve bien Gio— dice Paolo lamiéndose los labios y sentándose a lado mío.

—Mañana comienzo la universidad—dice Angélica mirándome detenidamente, seguro recuerda que tuvo que cambiar hace poco de universidad porque hubo una filtración en su seguridad. Por lo tanto decidí que esa universidad no era adecuada, ahora ira a una más pequeña y más cerca por lo que es más seguro. Eso no es algo que le guste a Angélica estoy seguro de que está molesta pero en el mundo en que vivimos la seguridad es una prioridad y no escatimare en gastos para protegerla.

—Una buena universidad—agregue. Me encargue de traer a los mejores profesores para que le dieran clases por lo que su educación podría ser mejor que en su otra universidad.

—Y me imagino que ya investigaste a todos mis compañeros de clases—pregunto.

—Por supuesto era necesario y lo sabes—en especial por si tenía demasiados compañeros hombres, incluso me encargue de que sus profesores sean todas mujeres.

—Todo esta delicioso—dijo Paolo para romper la tensión que ya se estaba creando en el ambiente.

—Si todo está muy rico—dijo Angélica mirando a Paolo—Por cierto mí tío Paolo me va a llevar a comprar un par de cosas para las clases de mañana—

—No fuero ya de compras—miro a Paolo que se encoge de hombros.

—Una mujer siempre necesita cosas así sean de mas— no me extraña Angélica es toda una Moretti ya ha intentado en varias ocasiones dejarme en bancarrota que bueno que nunca sobrepasa mi línea externa de dinero, por más que gaste nunca se acerca.

—Está bien pero esta vez iré con ustedes—los dos me miran sorprendidos.

— ¿En serio?—dicen al unísono.

—Es bueno tomarse un día de descanso de vez en cuando—me limito a decir.

Realmente quiero estar al pendiente de las locuras que harán estos dos, sé que Paolo siempre consiente de más Angélica apoyando sus travesuras, además eso de comprar cosas para la universidad no se lo cree nadie. Solo espero que no sea otra m*****a computadora.

—Genial entonces me iré a cambiar—Angélica sonríe mientras se va a su habitación.

— ¿De verdad vas ir?—pregunta Paolo.

Sé que es extraño para él porque nunca me tomo un día libre.

—Si lo hare quiero ver que le vas a comprar—digo.

—Pensaba usar tu tarjeta de crédito—sonríe tontamente.

— ¿Qué es?—pregunto.

—Tendrás que verlo con tus propios ojos—

Ruedo los ojos disponiéndome a levantarme de la mesa pero Paolo me detiene.

—Por cierto te recomiendo que comiences a darle algo de espacio a Angélica—

— ¿Qué quieres decir?—gruño.

—Comenzará la universidad tiene dieciocho años ¿tú qué crees que pasara? puedes protegerla todo lo que quieras pero también es sano que ella aprenda de sus errores—

—Se lo que quieres decir pero creo que todavía me cuestas aceptar que algún día se ira—me levanto y me voy a mi habitación sin detenerme en lo que Paolo me dice.

Espero estar haciendo lo que Leonardo haría con su hija.

Dejo que Paolo conduzca para ver a donde nos lleva. Cuando llegamos a la tienda negué con la cabeza, oh no esto no puede estar pasando. Fulmine con la mirada a Paolo que solo se encogió de hombros sonriendo en dirección a Angélica. 

—Esto es lo que necesitaba para comenzar con éxito este nuevo semestre—dijo Angélica mientras sonreía mirando la tienda con el enorme letrero de Lamborghini.

—Si querías un carro me fueras dicho y te compraba uno— Angélica dejo de sonreí y frunció el ceño.

—Tú lo dijiste me hubieras comprado uno—dijo cruzándose de brazos—No me hubieras traído para poder elegirlo por mi propia cuenta—

—Y así se pierde la diversión—sonrió Paolo.

Rodee los ojos mientras caminábamos hasta el local por fuera varios autos estaban en exhibición, escucho la suave risa de Angélica que se queda mirándolos atentamente mientras Paolo silba por lo bajo. No puedo evitar sonreír, mientras veo también los autos soy un hombre de coches deportivos al igual que Paolo mi garaje tiene varios modelos.

 Entramos por fin al local donde somos recibidos por un montón de modelos de coches en exhibición, los más modernos y costosos. Oigo como Paolo maldice en italiano, estoy seguro que está sonriendo como un loco porque es el típico fanático de coches deportivos.

Angélica se dirige directo a un modelo de Lamborghini aventador gris del 2018, lo acaricia sutilmente por lo cual sonrió.

—Es un buen modelo pero yo creo que para que vayas a la universidad te vendría bien un Urus—le señalo dos modelos que están en una esquina cerca del aventador uno es de color blanco y otro es de color negro.

—Bueno la verdad se ven muy bien—vamos a ver más de cerca los modelos. No podemos entrar para ver los coches como me gustaría pero podemos verlos por dentro acercándonos a las ventanas—Me encanta el negro—

—Perfecto hablare para que nos dejen darle un paseo a estas bellezas—dice Paolo.

— No puedo esperar para poder conducir—Angélica sonríe fascinada viendo el modelo Urus en negro pero también de vez en cuando le da una mirada al aventador gris.

 Paolo regresa  unos minutos después con un vendedor que abre la puerta del coche para que podamos, entrar cómodamente, Angélica toma las llaves del conductor para poder salir a manejar a esta belleza, mientras el vendedor se coloca en el asiento del copiloto explicándole las funcione del modelo. Paolo y yo nos sentamos en los asientos de atrás admirando la comodidad de estos asientos y el color de los mismos, el cual es de negro pero con una franja de rojo fuerte.

Angélica comienza a conducir despacio, mientras salimos del local. Paolo, la ánima para que comience a ir más rápido lo cual hace siguiendo las instrucciones que le da el vendedor, como la carretera está prácticamente sola Angélica obedece dándole con todo al Urus. La sonrisa en su cara me dice que está disfrutando del viaje, lo cual hace que me comience a relajar y a disfrutar del paseo. Cuando llegamos de nuevo al local me dispongo a hablar con el vendedor en privado para arreglar todo lo de la venta.

—Por cierto también quiero el aventador gris—digo porque sé que Angélica está interesada en el Urus negro y en el aventador y me parece bien que tenga los dos, será una buena sorpresa para ella. El vendedor sonríe muy complacido seguro pensando en la buena comisión que tendrá por la venta de estos dos modelos. Salgo de su oficina para ir en busca de mi primo y mi sobrina quienes ya están hablando de adonde irán para estrenar el nuevo coche de Angélica.

—Ya nos podemos ir nos entregan el coche mañana—digo.

—Presionaste al vendedor ¿cierto? por lo general se tardan tres o cuatro días para hacer la entrega—dice Paolo, pero no le respondo en cambio prefiero sonreír mientras salgo de la tienda.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo