ESTAMBUL.
—Elif, hablaste con tu hijo.
—Sí madre.
—Le dijiste que dentro de unos días lo quiero aquí.
—Sí madre.
—Cuando vuelvas a hablar con él, dile que le compré una joya a Alev para que se la traiga de obsequio.
—Madre tu nieto ya no es un niño, déjalo que él decida si le compra o no joyas a Alev.
—Es que ustedes los hombres son descuidados, para eso estamos las madres y las abuelas para recordarles lo que tienen que hacer.
—Voy a hablar con mi amiga, tenemos que ir preparando la boda de estos niños.
—Mamá por favor no te apresures, deja que tu nieto llegue a Estambul.
—Pues no, esa boda se va a realizar lo más rápido que se pueda, ya quiero un nieto, además ya me comprometí con mi amiga y en esta familia nadie ha faltado a sus compromisos.
—No debiste haberlo hecho sin antes consultar con Zahir.
—¿Cuándo yo le he pedido permiso a esta familia para decidir algo?, dime cuándo.
—Nunca madre, usted siempre ha tomad