Intento calmarme porque es evidente que Lucifer no es un hombre con el que pueda razonar en estos momentos. Sin embargo, la forma en que me ofende es tan molesta que debo retroceder para no darle una bofetada por atrevido.
— ¡Responde, maldita sea!
— No me provoques más o puedo mandarte al mismísimo demonio. — le advierto muy molesta por lo descarado que está siendo al insultarme.
— Angela, no me provoques tú a mí con tus mierdas. ¡Mira lo que te encontré haciendo! ¿Crees que eso es de una mujer respetable? — pregunta él tan enojado que ya me importa poco si explota con lo que le digo.
Así que, aunque me siento cansada y aun herida por la sanación que le hice a este idiota, doy dos pasos al frente y lo miro con ganas de asesinarlo. Porque es eso lo que merece por el enojo que me hace vivir.
— Sí, sin duda eres un maldito idiota que lo único que tiene es mierda en esa maldita cabeza. Tu ego, más grande que tu maldita polla, te impide conocer y aceptar la opinión de otros.
>> Es por eso