Realmente no entiendo a mi marido, él puede estar sonriendo y de un momento a otro hacer todo un drama en donde las feromonas han enloquecido por completo debido al enojo que siente en estos momentos.
— ¡Angela Rosthwell! — grita Lucifer hiperventilando del enojo.
— Muchas veces odie mi nombre, porque solo lobos que me hacían daño me llamaban así, pero, al tenerlo al lado de tu apellido, me gusta. Se siente exótico y agradable. — digo sonriente.
— ¿En serio? — pregunta Lucifer sonriendo.
Aunque creo que ya se le ha quitado el enojo que va y viene cada vez que algo lo detona, la realidad es que la felicidad dura menos de un minuto y por eso, su mirada feroz vuelve a mí con tanta frialdad que es esta la que me eriza la piel y no la brisa fría que proviene del balcón.
— ¿Por qué tienes tan poca ropa? ¿Acaso ellos te colocaron esa ropa? ¿Ellos te vieron así? — pregunta Lucifer caminando tan rápido que tensiono mi cuerpo cuando él me agarra con fuerza de mi mentón.
— Lucifer…
— ¡¿Po