Punto de vista de Juan
El dolor era como un sueño.
Empezó como un dolor sordo en el bajo vientre, que fue aumentando poco a poco hasta volverse imposible de ignorar.
Parpadeé, desorientada, intentando recomponerme.
Pero el dolor solo se agudizó, sacándome de la neblina del sueño y sumergiéndome en una dura realidad. Instintivamente, me llevé la mano al estómago; el corazón me latía con un terror que no podía comprender del todo.
Conocía ese tipo de dolor. Había leído sobre él y oído historias de terror.
Un aborto espontáneo.
La palabra flotaba en mi mente como una nube oscura, negándose a desaparecer.
"No", me susurré a mí misma, aferrándome a la manta. "Por favor, ahora no..."
La puerta de mi habitación se abrió de golpe, y allí estaba Lino Salvatore, el hombre que parecía tan sereno, tan dueño de todo a su alrededor.
Sin embargo, en ese momento, su rostro era una máscara de preocupación. Sus rasgos, habitualmente impasibles, estaban surcados por la preocupación; sus fríos ojos azule