Al ver la actitud misteriosa de Alejandro, Marina respondió con total frialdad:
—No quiero saberlo.
Esta respuesta parecía sorprender a Alejandro.
—¿Estás segura que no?
—De verdad no me interesa.
De todos modos, sin importar quién enseñara, ella solo necesitaba ser una buena estudiante y graduarse sin ningún problema.
—¿Sabes quién soy?
—Señor García, el director lo mencionó hace un momento.
—Entonces, ¿todavía te atreves a hablarme así?
Marina giró al instante la cabeza y miró a Alejandro seriamente:
—Lo siento muchísimo, estamos en clase ahora.
Los ojos de Alejandro mostraban una curiosidad intensa. Justo cuando estaba a punto de acercarse más a Marina para seguir hablando, Felipe en el estrado se ajustó un poco las gafas y señaló a Alejandro en la última fila, diciendo:
—¡El alumno del fondo, no hables con las compañeras durante la clase!
Era una simple una broma, pero tenía que proteger a la mujer que le gustaba a su amigo.
Alejandro frunció el ceño con descontento, pero al mir