Desde la última vez que había visto a Marina luciendo un deslumbrante y seductor vestido largo, Sofía se había dado dé cuenta de la brecha entre ellas. Sergio siempre la trataba como a una niña pequeña que necesita cuidado, pero rara vez la veía como a una mujer.
Esa noche, ella debía aprovechar la oportunidad para expresar sus sentimientos hacia él.
El sonido del crujido de la puerta la hizo saltar de nerviosismo. Al voltearse, vio a Sergio entrar y se precipitó hacia él.
—¿Sofía?
—Pensé que no vendrías.
La voz de Sofía sonaba baja y llena de desilusión.
Sergio suavemente la apartó y le dijo:
—Hoy es tu cumpleaños. Te prometí venir y no te puedo fallar.
Al escuchar esas palabras, Sofía se ruborizó un poco. Pero él frunció el ceño al ver el atuendo de Sofía y la decoración de la habitación.
—Sergio, yo...
—Sofía, ese vestido no te queda para nada bien.
Sin esperar a que Sofía hablara, Sergio la interrumpió. Ella se quedó sin saber que decir por un momento. Sergio encendió la lámpara q