—Señor, la señora ha venido —susurró Jaime al oído de Sergio.
Sergio frunció el ceño. Había visto a Marina entrar desde el primer momento, y también notó a Xavier detrás de ella. Esa escena le dolió en el alma.
Marina y Regina entraron sonriendo y charlando, y con el rabillo del ojo, Marina vio a Sofía y sus dos amigas. Su rostro mostraba una sonrisa burlona.
Alejandro había estado esperando en el salón durante mucho tiempo. Al ver llegar a Marina, sus ojos se iluminaron de inmediato. Dejó su copa de vino tinto y se dirigió hacia ella con grandes zancadas.
—¿Por qué tardaste tanto?
Su tono sonaba un poco molesto, pero sobre todo estaba feliz.
Marina le dijo:
—Te presento, esta es mi buena amiga, Regina.
Cuando Alejandro vio a Regina, su expresión cambió ligeramente. Regina, por su parte, le dijo con interés:
—¡Vaya, el muchacho de la familia García ha crecido!
Mientras hablaba, Regina intentó tirar de la oreja de Alejandro. Él detuvo su mano de inmediato:
—¡Regina, ya soy mayor! ¡No