Meses habían pasado desde la victoria sobre la sombra. La fortaleza Vorlak brillaba bajo la luz del sol y del eclipse, y los portadores se habían convertido en maestros de su propio poder. Los jóvenes entrenaban con dedicación, aprendiendo no solo a controlar sus habilidades, sino a proteger la memoria y la unidad del linaje.
Ciel caminaba por los pasillos, revisando los registros ancestrales, cuando algo llamó su atención: un símbolo desconocido, apenas visible en la última sección de los archivos prohibidos. No estaba allí antes. Su energía era distinta, más fría y calculadora que la de la sombra que habían derrotado.
—Esto… no es de la sombra —murmuró Ciel, frunciendo el ceño—. Es algo más antiguo… y más peligroso.
Ian apareció a su lado, siguiendo la mirada de Ciel:
—¿Qué significa? ¿Otro enemigo?
—No lo sé —respondió Ciel—, pero su energía se siente cercana, observando desde la distancia. La sombra que derrotamos era solo un fragmento de algo mucho mayor.
Jordan se unió a ellos,