Por la mañana desperté por el sonido del teléfono. No era factible dejarlo así en un espacio que no me pertenecía y casi tiritando de frio me levanté a contestarlo pese a que de buena gana me hubiese quedado durmiendo un buen rato más.
— Mak —Dijo Jare— ¿Cómo estás?
De golpe recordé todo lo ocurrido la tarde anterior y sentí una especie de rencor que intenté disimular. Todo sea por mi hijo, pensé.
— Aquí- Respondí— ¿Y tú?
— Me llamó la señora de la casa. Dice que vengas a hablar urgentemente con ella.
— ¿Sobre qué? —Pregunté— Supuestamente quedó todo muy claro.
— Yo igual quedé extrañada. Dice que te debe una disculpa.
Miré a Penz y a Suns, demasiado ocupadas en dormir demasiado juntas como para oí