Hugo se tensó, se dio la vuelta de espacio, se rio a secas y dijo:
—Voy a la biblioteca. Planeo continuar con mis estudios, así que seré un buen partido para Paola. —¿En serio? — Eduardo arrastrando las palabras. Luego, sonrió y continuó—: no se exija demasiado y no se quede afuera hasta muy tarde. —De acuerdo. — forzó una sonrisa y se marchó a toda prisa. En cuanto hubo se dio la vuelta, La sonrisa y la actitud amable de Eduardo desaparecieron y su expresión se tornó antipática. Luego, sacó el teléfono y llamó a Horacio de inmediato. —Tenía razón, señor Ponce. Se fue poco después que usted. —Alguien lo está siguiendo, ¿verdad? Bueno, envíame su ubicación, iré a ver qué trama— dijo Horacio cuando estén al otro lado del teléfono. —Enseguida — respondió el mayordomo. Alrededor de media hora después, enfrente de una joyería. Dio una mirada furtiva a un lado y al otro