—¿Una empresa de transportes marítimos? — preguntó Belén con sospecha—. ¿El dueño legal de esa empresa está detrás de esto?
—No, él es un empresario común y corriente. Hay algo que no cuadra. Es medio extraño que un dueño legítimo de una empresa tan grande sea una persona común y corriente.
De todas formas, una vez que hayamos identificado de forma adecuada al hombre, podremos continuar con las investigaciones —continuó Amílcar sacudiendo la cabeza.
—Bueno — murmuró Belén mientras pensaba, «una empresa de transportes marítimos».
Las empresas de transportes marítimos no aparentaban ser glamurosas como las inmobiliarias, bienes de lujo o gigantes de la tecnología, pero no sería lo correcto subestimar su rentabilidad. También era fácil para las empresas de transportes contrabandear otros objetos juntos al cargamento legítimo.
Tenía conocimiento de todo tipo de información gracias a los accesos a los puertos de todo el mundo.
«No podrían haber elegido una mejor tapadera de sus opera