A la universidad, ingresó a una mujer con vestido rojo despampanante, tenía una hermosa figura, y sus piernas eran delgadas y contorneadas. Nadie podía quitarle los ojos de encima.
Lo más sorprendente era la belleza de su rostro. Su frente era grande y redondeada, pero su rostro ovalado, y su barbilla terminaba en punta.
Era la perfecta combinación entre ángulos definidos y suavidad con redondez. Se le veía hermosa y alegre.
Tenía un rostro perfecto con rasgos acordes. Era demasiado delicados, finos, en especial los ojos grandes y expresivos. Cuando los movía, los espectadores se sentían atraídos por ella.
A primera vista, Rita estaba sorprendida. Su belleza parecía celestial, fuera de este planeta.
Luego de un instante, a Rita le pareció alguien familiar.
«Un momento».
Rita apretó el ruedo de su vestido.
«¿Acaso no es... La camarera? ¿Qué hace, está haciendo aquí?».
En ese instante, desde una cuarta distancia, escuchó el sonido de la voz de Piero.
—¿Qué estás mirando?
—N