Capítulo 30
“Un regalo para ti”
Un hormigueo doloroso se instaló en su pecho, cuando la cruda realidad la abofeteó con violencia. “¿Él se había tomado el tiempo para hacerle algo tan precioso?” “¿A ella?” Entonces, tragó en seco: “¿Cuándo Sebastián habría hecho algo así también?” “Sí me ama tanto como dice, ¿Por qué Zyghor hace cosas así y él solo…?” sacudió fuerte su cabeza tratando de alejar sus pensamientos?
—¿Quiénes son ellos?
Señaló a un par de hombres que se hallaban fuera del jardín observando las rosas. Uno de ellos era alto, rubio, con una piel alechada preciosa, mientras que el otro, tenía un cabello castaño enrulado, un poco más bajo y débil que el anterior.
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