Capítulo 29. Un lazo que arde.
Capítulo 29. Un lazo que arde.
Pov Hugo:
Desde la noche en que Luz estuvo a punto de morir envenenada, nada volvió a ser igual.
Esa noche me partió en dos. No solo porque la vi debatirse entre la vida y la muerte, sino porque, en medio de la fiebre y el dolor, escuché de sus labios lo que más había soñado: que me amaba. Lo dijo, lo recuerdo con absoluta claridad, aunque después intentara negarlo como si nunca hubiera pasado.
No puedo quitármelo de la cabeza. No puedo fingir que lo imaginé. Ella lo dijo. Y aunque después me rechazara, aunque se esconda detrás de ese silencio que tanto la protege, ya no puedo dar marcha atrás.
La necesito.
No es una obsesión vacía, ni un capricho. Es un lazo real, uno que arde cada vez que la veo. Y la veo demasiado seguido, porque busco cualquier excusa para estar cerca de ella. Me invento tareas, rondas, preguntas absurdas, cualquier cosa que me dé un motivo para cruzarme con Luz aunque sea unos segundos.
Y cada vez que lo hago, choco contra e