Había transcurrido una semana desde aquel triste día en que, lamentablemente, Betty había perdido la batalla por la vida. Diego y Rebeca ya eran los padres legales de la bebé, a la que bautizaron con el nombre de Esperanza.
Aquella pequeña, se había convertido en la esperanza para seguir luchando por la felicidad de su matrimonio. Diego, había logrado su sueño de ser padre y de formar el hogar que tanto soñaba al lado de Rebeca.
Rebeca, tenía la oportunidad de ser madre de nuevo, pero había una razón muy especial que la hacían amar aún más a la bebé, era la media hermana de su difunta hija, y además se le parecía demasiado. Era como si Ivanita hubiera vuelto a nacer.
No cabía dudas de que la vida la estaba recompensando de una u otra forma de todo el sufrimiento que vivió, sin embargo, el dolor de haber perdido a su hija Ivanita, era algo que jamás superaría. Había aprendido a vivir con el dolor, pero cada día que pasaba, la sentía más cerca de su corazón.
—¿Qué te pasa, Rebeca?