~CAPÍTULO 02 ~

~Olivia Johnson~

Mi amigo no ha parado de insistirme en porqué me regrese a la habitación anoche, le he dicho que fue porque me sentía muy mal, que la comida me había caído como patadas en el estómago, él obviamente no me cree pero debo mantener mi mentira hasta el final.

Su padre vino está mañana preguntándome que era lo que hacía yo anoche en la cocina, que si no había escuchado nada de lo que ellos hablaban, y para ser sincera nunca escuché nada, ni sabía que estaban en la parte de atrás de la casa, ¿Cómo podría escucharlo con tanto ruido? De no ser porque tropiezo no me fuese dado ni cuenta que pasaban por ahí, ni siquiera sentí cuando enteraron.

No sé qué suceda aquí, pero sea lo que sea no era algo bueno, el padre de Lorenzo Lucía muy nervioso, y disimuladamente me amenazó con no decir ni una palabra, por esa razón le miento a mi amigo, por miedo a lo que pueda hacer.

Nerviosa termino de armar mi bolso con ropa, Lorenzo ya salió de la habitación con el suyo, me da hasta pena salir de aquí, no quiero verle la cara a ese señor, me da vergüenza, bueno… miedo en realidad.

Soy demasiado débil antes las personas como él, con una mirada ya me hacen bajar la mía, soy muy frágil, y anoche lo pudieron notar, llore sin necesidad, o quizás si, llore por miedo.

Sin opción a nada salgo de esta habitación a pasos apresurados, al momento de llegar a las escaleras alguien me detiene del brazo, volteo a ver y es él señor Lorenzo, ¡oh! Si, se llama igual que mi hijo.

—Recuerda no decir nada de lo que sucedió anoche — asiento con nervios.

—Se lo juro, no escuché nada de lo que hablaban señor, pero para que esté tranquilo no mencionaré ni una palabra de que estuve en la cocina — me suelta.

—Confió en ti Olivia, recuerda que eres como una hija para mi y solo te protejo, no hables nada de eso con Lorenzo — ¿Me protege? ¿De que? ¿En qué lío me he metido?

—En…entiendo — bajo las escaleras con las piernas temblándome, abajo está la mamá de mi amigo y él esperándome.

—Por fin, se te hace tarde para tu entrevista de trabajo — ¡Cierto! Ayer mientras veníamos de camino para acá llame a un número que salía en el periódico donde buscaban a una persona de tiempo completo por dos meses para ser la asistente de un empresario.

Al parecer el trabajo va de estar todo el día pegada al trasero de él pendiente de sus reuniones, citas, y cambios de planes. La paga es muy buena y tengo entendido que no es mucho lo que hay que hacer.

Nos despedimos de todos y salimos de la casa, de camino al lugar de la entrevista mi amigo me vuelve a insistir sobre mi desaparición de anoche.

—Ya te dije Lorenzo, me cayó mal la comida, comí demasiado — veo la hora en mi reloj.

—Este bien, eso te pasa por tragona, tienes que dejar de comer tanto amiga — suspiro ya tranquila de que me crea un poco.

—Si, te juro que no vuelvo a comer jamás así — la próxima me muero de hambre, ¿Qué harían esos hombres que temen a que yo haya escuchado? ¿Planificaban una muerte? ¡Puede ser! Ahora me buscarán y me mataran, dios protégeme de todo mal por favor.

—Te perdiste tantos hombres guapos, había uno bebé que estaba para lamerlo, no me pude resiste y pedí su número — volteó a verlo — es gay también, se esconde tras esa fachada de hombre serio, pero cuando mi mirada lo atrapó, dejó salir su lado perra — suelto la carcajada.

—Ay amigo, estás loco, que tú padre no se entere o te quitará la cabeza — me muestra despreocupación.

—Sera secreto, quedamos en vernos hoy, mira su foto del WhatsApp ¿Dime si no está divino? — veo y definitivamente es hermoso, mi amigo tiene una suerte increíble, al menos prefiero que conozca a este y olvidé al idiota aquel que lo busca cuando quiere sexo, me da miedo que lo contagie con una infección sexual.

—Te has sacado la lotería, ¿Qué edad tiene? — mueve sus cejas.

—40 años baby, es mi Sugar — hace gestos sensuales ¿Sugar? Que loco.

—Esta como muy mayorcito para ti — me ve fastidiada.

—Es la moda de hoy en día amiga, los Sugar Daddy son la tendencia de este año — alzó mis manos.

—Ok, no he dicho nada — se le ocurre cada cosa, y que tendencia del año, ¿Ven que está mal de la cabeza?

—Tu deberías de buscarte a uno, a ver si te quita lo mojigata ¿No serás virgen? — Aplano mis labios —¡¿Eres virgen verdad?! Te odio, jamás me lo contaste, me mentiste como un niño perra virgen— hago caras tristes.

—Lo se, pero me daba pena decirte que si lo era — coloca la mano en su pecho.

—Somos como hermanos y me mentiste con algo tan delicado bebé, yo debía saber si eras o no virgen, llevamos toda una vida conociéndonos ¿Qué pasó con el chico ese raro? Me dijiste que habían estado juntos — bajo la mirada y juego con mis dedos.

—Salí corriendo de su casa — actúa con exageración.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¡¿Corriste?! Por las bolas peludas de mi abuelo Olivia — arrugo mi rostro — no me hables — sujeto su brazo y lo abrazo.

—No te enojes, te prometo que este año pierdo mi virginidad — sonríe con felicidad.

—Tiene que ser con un hombre experimentado, yo me encargaré de encontrarlo — niego rápido.

—No, nada de eso, primero hay que enamorarse para entregar lo más preciado a ese ser amado — me ve aburrido, mi amigo no es nada romántico.

—¿Eres tonta o te la das? ¿Cuál amor? ¿Enamorarse? Esto es crítico— mi rostro se sonroja.

—Pienso enamorarme primero — se baja los lentes.

—Siglo 21 mi amor, donde primero follas y luego te enamoras, porque entonces te enamoras y resulta que tu amado, no sabe dar buen sexo o peor — abre sus ojos — posee un pene pequeño, un engañó, una estafa, un decepción fatal — parpadeo varía veces — aunque muchas veces importa es el uso, pero yo mi amor, optó por lo grande y grueso — mueve sus cejas con picardía — ojo, no tan extravagante porque te destroza hasta el alma, te desgarra la vida — mi ojos están que se salen de lugar, me ha traumado mi vida

—Mejor conservo mi virginidad — gruñe.

—Jamás pasará eso, te aseguro que haré lo que sea para que sienta el placer recorrer tú cuerpo, debes sentir aquella sensación divagar por ti — si escucho los consejos de mi amigo terminaré loca, y bien loca.

—Ya luego veremos si eso sea posible, por ahora no me interesa…

—¡Me enfermas cuando dices que no te interesa! ¿En que siglo te quedaste? Fuera de este mundo pervertido y vuelve al tuyo angelical por favor — intento no reírme pero es que eso último me causo demasiada gracia.

—Ok amigo, de verdad que ya estás pasado de loco, yo soy de este mundo, solo que soy una persona tímida, no me gustan esas cosas — sujeta mis hombros.

—¡Omg! ¡Eres lesbiana! — niego con rapidez a lo que dice.

—No, un momento, no soy lesbiana, digo es que no me siento cómoda hablando de estos temas, me gustan los hombres, lo único es que no me siento preparada para, tú sabes…

—Follar, ¡FO-LLAR! una palabra común y corriente — me resigno.

—A veces quisiera ser como tú tan espontáneo — me abraza.

—Todo con calma amiga, pronto tu vagina conocerá lo bueno de está vida — estas conversaciones no son de mi gusto.

—Mejor hablemos de otra cosa — sonríe.

—Creo que quedara para después, llegamos a la dirección — veo el lugar.

—¿Es aquí? No parece una empresa — mi amigo la detalla.

—Es una mansión, la gran mansión, ¿Quién será el dueño? — innecesariamente mi piel se eriza.

—No se, pero me causa escalofríos, ese lugar se ve tan vacío — lo digo en el sentido de su pesadez, el ambiente aquí se siente extraño.

—Bueno ya deja el drama y baja tu trasero de mi auto, te espero aquí afuera — asiento y hago caso, me anuncio en la entrada de esta preciosa y misteriosa mansión, las rejas inmensas se abren para darme paso, entro observando muy bien este lugar, llegó a la entrada principal y una mujer con cara de asesina es quien me recibe, dudosa entro, todo aquí es opaco, las paredes son grises, los muebles negros, toda la combinación es en negro y gris, horrible combinación, pero de seguro lo habita un hombre seco.

La mujer me guía hasta un despacho y me indica que tome asiento.

—Mi nombre es Angélica Lombardi, soy muy cercana al señor de la casa, yo seré quién te explique el método de trabajo, mi señor necesita de una persona por tiempo limitado que esté a su disposición las veinticuatros horas del día de así el desearlo, se requiere de alguien con la capacidad de ser eficaz, movida, audaz, feroz, inteligente y… silenciosa — en lo único que sirvo es en lo inteligente y puede que en lo silenciosa — No soporta el ruido, no soporta las personas que hablan mucho, deberás asentir con tu cabeza o decir, si señor, no le gusta que lo corrijan o le lleven la contraria, le gusta trabajar todo al día, si tiene un problema tu deberás buscar la manera de resolverlo y punto — ¿Qué puedo decir? Se suponía que el trabajo sería fácil, la verdad quiero demostrarle a mi padre que puedo vivir sin su dinero.

—Acepto — no titubeó, ella me ve con sorpresa, quizás debí esperar a que terminara.

—Aun hay más — ¿Más? — Mi señor es un hombre muy desconfiado, así que en ocasiones te hará revisiones para saber si no eres alguien que le quiera causar daño — ¿Y este señor se cree que? ¿El rey de Londres?

—No tengo problemas, acepto todo tipo de condiciones, por mi no puede tener ningún inconveniente — me entrega una carpeta y la extiende junto a un bolígrafo.

—Firma y estarás contratada — tomo la carpeta y la abro, leo con calma cada una de las clausulas, bueno algunas, la verdad no creo que sea necesario leer todas. Decidida al fin firmo la hoja. Luego de fírmala siento ese arrepentimiento por dentro pero ya no puedo hacer nada, solo ser valiente, ¿Me apresure mucho cierto? ¡Ay! Creo que metí la pata, ya no quiero el trabajo — empiezas mañana, deberás estar aquí a las 6 de la mañana con tu maleta — ¿Maleta? ¿Cómo que maleta? —Deberás mudarte por ese tiempo ¿Lo leíste en la cláusula cierto? — seguro mi rostro me delata.

—Si, por supuesto que lo leí, aquí estaré mañana a primera hora con… mi maleta — ¿En qué lío estúpido me metí? Por ser atorada no deje que terminara de decirme todo, y ahora deberé vivir aquí unos meses, ¡Ah! Estúpida que soy. Tengo miedo.

—Dame un momento, mi señor me está llamando — se levanta y sale de ese inmenso despacho.

Yo me levanto de mi asiento y veo todo el lugar, es tan lujoso, ordenado, limpio y precioso que no provoca salir de aquí, creo que es el único lugar de esta casa que es mas colorido, bueno digo yo, aún no conozco el resto de la casa.

—Bien, ya estoy de vuelta — me sobresalto, verme de pies no ha sido muy agradable para la mujer — ¿Buscabas algo? — pregunta de mala gana.

—No, solo observaba lo lindo del lugar — eleva su ceja bien alto.

—Tendrás oportunidad para conocer toda la casa, ahora hubo cambios de planes — ojalá y sea que no me den el trabajo, ya no lo quiero.

—¿Qué cambios? — que sea eso por favor.

—El señor te quiere desde hoy aquí en la casa, tienes una hora para ir por tus cosas y venir aquí, la idea es que cuando él llegue no tenga que esperar por ti — ¿Hoy? ¡¿Hoy?! ¿En qué lío te has metido Olivia? Todo por llevarle la contraria a mi padre — ¡Ya! — me estremezco y camino hasta la salida, salgo de la mansión y llegó junto a mi amigo quien me ve con preocupación.

—¿Qué pasó? — Ya mis ojos están cristalizados — No te dieron el trabajó.

—Si, y eso es lo que más me aterra — definitivamente no me entiende.

—A ver Olivia, me estás confundiendo todo ¿Qué pasó? — tomo aíre.

—La mujer me estaba explicando el método de trabajo y yo me fui de boca diciendo que aceptaba todo aún cuando ella no había terminado se hablar, firme el contrato y leí algunas de las clausulas, excepto donde decía que tenía que mudarme aquí por el tiempo que iban a necesitar de mi, o sea que me tengo que mudar hoy mismo, y tengo una hora para ir por mis cosas — cubre su boca.

—¡No puede ser! ¿Te mudas para acá y me abandonas? — yo estoy en un momento crítico y él piensa en que lo abandonó.

—Lorenzo por favor esto es serio, voy a vivir con un extraño, ¿Y si es un asesino de esos que mata para sacar los órganos y venderlos? — ok, ok, ok exagere, pero no está de más pensar mal.

—Olivia bebe por favor, no entres en crisis, ¿No era esto lo que querías? ¿Un trabajo? — bajo la mirada asintiendo.

—Si, solo que no se, este lugar me da escalofríos, es como muy vacío, y… se siente horrible — ve hacia el frente.

—No estás acostumbrada a los trabajos, hagamos algo, aquí tienes toda la ropa nueva que compramos ayer, usa esa y si te hace falta más yo te compro y te la traigo, porque obviamente no trabajaras con tus trapos horribles, no, no, no. Baja la maleta con la ropa que compramos y listo, si no te gusta el trabajo renuncias y ya, solución al problema, así vuelves conmigo osita de mi vida — nos abrazamos.

—Podemos quedarnos un rato a charlar, tengo una hora disponible — me hace un puchero.

—Llévate una de mis camisas para que duermas con ella y así me sientas a tu lado osita — sujeta mis manos.

—No sabes cuanto te voy a extrañar, igual te llamaré todas las noches antes de dormir osito — nos abrazamos y lloramos como pendejos, nos amamos tantos que separarnos nos cuesta.

—¿Te darán días libres? — eso no lo pregunté.

—No tengo ni idea, es que fui muy boba, debí informarme más del trabajo — dejó caer mis hombros.

—No seas negativa, todo va a salir bien, ahora ya dejemos el sentimentalismo, ve por tu maleta y entra ahí con la cara en alto, como toda una diva mi amor, demuestra lo que tienes — bajamos del auto y él me ayuda a sacar mi maleta, como dijo me entrego dos de sus camisas favoritas y aparte de eso nos tomamos una foto juntos como si más nunca nos fuésemos a ver —Me duele en el alma — me da un fuerte abrazo.

—A mi tambien — me separa y abre sus ojos.

—¿Y si tú jefe es un Sugar? No dudes en morderle una nalga — mejor entró ya a la casa.

—Te veo luego Lorenzo, te amo osito — nos despedimos, yo vuelvo a entrar a la mansión con mi maleta. La mujer me invita a otro despacho, uno que es totalmente oscuro, este si me da escalofríos, me pidió que no me moviera de aquí, que ya pronto llegaría “su señor”

Los minutos pasaron lentos, ya estoy que me quedo dormida, el tiempo que ella me dijo que él llegaría pasó, llevo más de hora y media esperando por un idiota.

Me relajo en el asiento y cierro mis ojos, busco de calmarme y no perder la paciencia.

Un carraspeo suave me hace levantarme de mi lugar, la claridad no es lo suficientemente fuerte como para ver su rostro, puedo sentir aquella sensación de anoche cuando tuve de frente a aquel hombre.

—Quítese la ropa — es lo único que dice ¿Qué mierda esto?

—¿Qué…que? — tiemblo.

—Quítese la ropa — su voz, su voz me parece familiar.

—No… no puedo — mi corazón se acelera.

—¿Firmo el contrato? — trago con dificultad.

—Si — mi voz es mínima.

—Entonces leyó las clausulas — ¿No me diga que en las clausulas decía que debía quitarme la ropa? ¡Claro! Este es el modo que él me revisará, ¡Mierda, mierda!

—Así es — se acerca, y es ahí cuando puedo ver con más claridad su rostro. Es él, es el hombre de la fiesta.

—Entonces no me haga repetirlo, señorita — ¡Me muero!

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