Capítulo 24. Una trampa

Desde ese momento la vida de Sebastián no fue un paraíso, aunque para su alivio no lo fue tampoco para Francesca, las constantes peleas, gritos estaban a la orden del día y el primer altercado grande tuvo lugar ese mismo día.

La mujer entró elevando ligeramente la nariz como si todo le causara repulsión.

—¿Por qué eso está tan asqueroso? —preguntó sacudiendo la mano con un gesto despectivo.

—Porque le falta limpiarlo —respondió Sebastián con una excesiva tranquilidad.

—¿Y por qué nadie lo lava? —preguntó ella alzando las cejas, y arrugando más de lo debido su nariz.

—Ya va a ser limpiado.

—¿Quiénes? ¿Dónde está la servidumbre?

Sebastián contuvo la risa, la tomó por el hombro y la caminó poniéndola frente al espejo.

—¡Conócela! Ella será la encargada de poner este lugar en orden —declaró con burla.

Cuando la mujer comenzó a decir eso, empezó a despotricar en su contra.

—¡Estás loco! Yo no voy a limpiar eso, ¿Qué te has creído tú? ¿Qué te casaste con una sirvienta?

Él la miró con diver
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