Capítulo 32.
Logan.
—Todo lo que poseas, tú o tu familia será confiscado hasta que encontremos el precio que te pagaron— confirma el infeliz—, o en su defecto, quien lo pagó.
—Hijo de puta— me suelto de las cadenas con la técnica aprendida, lanzándome sobre él con rabia acumulada de años. Mis puños impactan su rostro antes de que siquiera pueda dar un paso atrás.
Zuwen tambalea, pero no cae. Gira sobre su eje y me devuelve un golpe directo al pómulo que me revienta la piel. Su nivel se iguala al mío y por ello sé que no me debo confiar cuando me lanza contra la pared con el peso de su cuerpo. Me estrello contra el cristal doble, pero no me detengo. Me impulso y lo derribo con una embestida a la altura del torso. Lo levanto, lo azoto contra la mesa.
El codo me queda entre las costillas, antes de que le estampe la patada en la espalda que lo manda de cara al suelo. Se levanta de un salto, demostrando que no es temido solo por hundir con sus investigaciones.
Se lanza de nuevo. Sus dedos se clavan en