Capítulo 100

Evelyn.

Dejo que mi hija se despida de los niños que tienen las manos llenas se pintura, volvemos al vehículo para regresar a la casa en donde cocino para las dos. El cansancio me hace bostezar más de una vez, pero Aihnoa es quien me ayuda a que termine de comer. Me ofrece de la comida que tomo con los dientes, haciéndola feliz.

—Termina tu comida y vamos a dormir— me limpia la barbilla subida en la silla para alcanzarme.

—Soy quien debe cuidarte— le recuerdo y se lanza a besarme la mejilla.

—¿Siempre vamos a amarnos?— me pregunta y soy quien esparce besos por sus mejillas, su frente y su pequeña nariz tibia.

—Siempre. Para toda la vida y en todos los universos que existan— me planta un beso en la nariz con la respuesta. Toma la cuchara que me acerca, quedándose tranquila solo cuando ve mi plato vacío.

Recojo los platos y los agrupo. El agotamiento físico me impide continuar, por lo que temprano me voy a la cama. Aihnoa se duerme primero pese a eso. Es tan fácil para ella hacerlo,
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