—Yo… he dejado el apartamento… —su voz sonó baja, pero Andrew pudo entenderla con claridad—. He renunciado a mi anterior trabajo, y ahora he vuelto con el señor Shan…
—No entiendo nada de esto —Andrew dio un paso más, pero algunas personas que pasaron cerca de la residencia, se quedaron mirándolos e incomodaron su conversación—. Ven… vamos a mi casa…
Él resolvió y Nat aceptó su mano dura.
Andrew abrió su puerta y no tardó en venir al asiento del piloto para encender el auto. Decir que su cuerpo temblaba como una hoja era quedarse corta, pero no podía darle larga a su situación, no tenía nada más que decir sino la verdad, aunque el pensamiento de Lana calaba en su mente y en su piel una y otra vez.
“Te va a odiar Nat”
Ella apretó su rostro tratando de con