Al mediodía, después de una mañana agotadora llena de información, regresamos al hotel. Sentía como si mi cabeza estuviera a punto de estallar. Al llegar a recepción, me apoyé en el brazo reconfortante de Gabriel. Williams nos saludó y nos informó que teníamos el resto del día libre. Mientras procesaba la noticia, Vera corrió hacia nosotros, sorprendiéndonos. Antes de saludarme a mí o a su primo, abrazó a Samuel. Su gesto provocó risas entre nosotros, aunque la mirada de Genoveva y la mía reflejaban una complicidad divertida.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Gabriel.
—Acompañé a papá e Ivana en un viaje de negocios —respondió Vera.
—Así que mi tío está aquí —dijo Gabriel, mostrando cierta duda.
—Quién lo diría —comenté, intentando sonar despreocupada.
Gabriel rodeó mi cintura y susurró en mi oído: —Habitación 203, mi amor.
—Hay un boliche cerca. ¿Iremos esta noche? —propuso Genoveva. —Todos, excepto Rubí, están invitados.
—Rubí es mi novia, es parte del grupo —afirmó Gabriel