Durante todo el día noté que Gabriel había estado muy raro, susurrando con Aldo y desapareciendo en dos ocasiones con sus amigos. ¿Será una sorpresa o me estará engañando con otra?
Salí de mis pensamientos cuando alguien entró a mi habitación. Era Vera, vestida con un vestido negro brillante y un maquillaje elegante que la hacía ver mayor.
—¿Todavía no estás lista? —preguntó Vera, entrando a la habitación.
—No irás con nosotros, Vera. Tu padre me mata —respondí.
—Él está ocupado con Ivana, además, tengo una identificación falsa. Llévame. Con unos besos convences a Gabriel —hizo un puchero.
—Nada de alcohol, y yo te vigilaré —advertí.
—Bien, hermana mayor —bromeó.
—¿Y me ayudas a arreglarme? —le pedí.
—Sí, mandona —respondió.
Me puse un vestido rojo de tirantes, con el largo hasta las rodillas, y ondulé mi cabello. Además, utilicé sombra y labial rosa.
Una vez listas, le envié un mensaje a Gabriel y él llegó con Samuel y Denise. Íbamos todos juntos.
—Esto no es una guardería —bromeó