Bodas de sangre

La luna roja siempre tuvo un poder especial sobre los lobos, e incluso en tiempos remotos se le atribuía la capacidad de formar parejas perfectas, las relaciones bendecidas por esta luna eran irrompibles, a diferencia de las otras uniones en este tipo de enlaces la misma luna se encargaba de marcar a la novia como propiedad de su esposo, llevando para siempre el emblema de su marido.

La bruja se presentó ante el consejo de lobos antes de despuntar el mediodía.

—Ocurrió una boda de sangre soltó—con tono solemne se inclinó ante los lobos.

—Eso es imposible—gruñó la hermana del Alpha—. Agradecería que dejarás tus cuentos de hechiceras y abandonarás nuestra manada.

 —Quiero escucharla, sigue por favor—soltó el alfa sorprendiendo a toda la manada.

—Tengo pruebas—sacó el trozo de venda empapado de sangre seca. El alfa la tomó entre sus manos.

—Es mi marca familiar—dijo reconociendo la rosa que atravesaba una media luna.

—Tienes una esposa bendecida por la luna de sangre—fueron las palabras de ella.

—¿Esposa?—soltó confundido y bruja asintió.

—Ahora deberás reclamarla como tuya—soltó mirando al piso—, debes ser consciente de que es tan solo una joven dañada y embarazada, no la obligues.

—La traeré a su nueva casa—la voz de Iker salió firme y sin titubeos.—De ahora en adelante me encargaré de ellos—añadió guardándose el trozo de venda dentro del bolsillo de sus pantalones.

El Alpha conocía a la perfección la leyenda de las esposas de sangre, eran compañeras fieles y leales capaces de dar la vida por los suyos, era considerado como un honor poseer dicha bendición de la luna. Deslizó los dedos en su bolsillo, su piel ardiendo al sentir el contacto con el trozo de venda, la sangre llamándolo desde lejos. Estaba decidido, iría por ella y la traería con los suyos a como diera lugar.

Samantha se encontraba desolada, no sabia como haría para ocultar su embarazo, aun no se notaba, pero era cuestión de tiempo para que su vientre empezará a crecer, se sentó al borde del camino, mirando a lo lejos el bosque que la destrozó y sin pensarlo. Se atrevió a cometer una locura, corrió sin parar hasta enfrentarse al lago que tanto la hizo sufrir y sin pensarlo se arrojó a sus aguas dispuesta a acabar con su dolor.

El agua llenó sus pulmones y de pronto todo se volvió oscuridad, ese sería su final, acabar en ese lago por siempre. Iker vio a la joven sumergirse en las aguas y sin pensarlo corrió en su ayuda, la sacó del agua, cuando estaba al borde del final y sin saberlo algo dolió en su pecho al verla indefensa.

—Regresa, por favor—pidió el Alpha.—. No me dejes—añadió mientras daba a la joven RCP. Ella tosió volviendo a la vida. Sus ojos miel mirando a su salvador.

—Debió dejarme morir—dijo Samantha en un débil susurro.

—Eres una malagradecida—Iker gruñó molestó y ella se estremeció.—Salvé tu vida y me lo reprochas, ¿en serio? Acaso tu vida es tan miserable.

—¡Lo es!—chilló intentando volver al agua.

—Insolente—el Alpha la tomó por el brazo para detenerla—. No te dejaré dañarte—la sostuvo contra su cuerpo húmedo por el agua. Ella forcejeó por librarse de su agarre y en el intentó de soltarse desesperadamente, ambos fueron a dar a las aguas del lago.

El lago reconoció a la pareja y un extraño hecho sucedió. De pronto las aguas se tornaron rojas y miles de pétalos y hojas los rodearon, era como si la naturaleza cobrara vida ante ellos. Samantha se aferró a los brazos de Iker.

—¿Qué sucede?—ella le preguntó con voz temblorosa.

—Tranquila, no debes temer—el Alpha por primera vez se detuvo a mirar a la mujer entre sus brazos, no era Sahira, sin embargo allí bajo el misticismo que los unía pudo apreciar lo suave que era su cabellera rubia, y enmarcaba un rostro en forma de corazón, sus ojos azules lucían temerosos y su aroma era como el inició de la primavera.—Eres tú—lo dijo sin pensar, ante el reconocimientos de su nexo.

—¿No entiendo?—ella estaba confundida.

—No importa—añadió cargándola sobre sus hombros. Samanta soltó un chillido de temor.—No te haré daño—le aseguró depositándola sobre una roca. Él alfa se sacudió el cabello, provocando que las gotitas de agua salpicaran el rostro de Samhanta.

—Pareces un perro—se quejó ella limpiándose el rostro.

—¡No me llames perro!—gruñó el Alpha y la joven tembló, resbaló de la roca, pero Iker la detuvo antes de que golpeará el suelo.

—Me has ayudado—su voz era agitada.

—No quiero que te lastimes—no mentía.

—Gracias y perdón por compararte con un perro—Samantha estaba apenada.

—No lo vuelvas a hacer—le pidió y ella asintió en respuesta.

—¿Por qué intentaban suicidarte?—se atrevió a preguntar—. Esa no es la opción—se sentó a su lado; su cabello había crecido últimamente, dejó de cortarlo cuando su es lo dejó.

—Mi vida se ha arruinado—soltó en un suspiró.—No puedo volver a casa.

—Entonces no lo hagas—soltó él mirándola a los ojos—. No vuelvas.

—No tengo a donde ir—soltó con pesar.

—¿Quedate aquí?—le propuso.

—¿Quieres que viva en el bosque?—ella negó con la cabeza pensando que era una broma.

—El bosque podría ser tu hogar—entrelazó sus dedos y la hizo correr por un camino de tierra.

—No puedo seguir—soltó cansada.

—Confía en mí—le pidió y ella asintió—, cierra los ojos—pidió y en cuanto lo hizo la montó sobre su espalda, para luego convertirse en un enorme lobo.

Antes de llegar con la manada tomó forma humana nuevamente, se inclinó para ayudarla a bajarse de su espalda.

—Ya puedes abrir los ojos—ella lo hizo.

—¿Dónde estamos?—,preguntó Samantha, no reconocía esa parte del bosque.

—En tu nuevo hogar—el alfa apartó un par de ramas dejando al descubierto las chozas y demás cosas de la manada.—Bienvenida a mi casa—le tendió la mano pero ella parecía estar en shock.

—¿Morí y no me di cuenta?—Samantha no podía creer lo que sus ojos veían.

—Quizás estas comenzando a vivir.

La manada y sus colores vivos, pieles bronceadas por el sol, collares de pedrería artesanal, gente fuerte, valiente y risueña eran algo totalmente nuevo para ella.

—¿Quienes son?

—Mi familia—el alpha dijo con orgullo, pues cada miembro de su manada era un miembro importante para él.—Desde ahora será la tuya también.

—¿Trajiste a tu esposa?—la hermana del alfa gritó llamando la atención de todos a su alrededor.

—Yo no soy su esposa—Samantha negó de inmediato, tratando de aclarar el malentendido.

—¡Familia!¡Les presento a mi esposa!—gritó el Alpha ante las miradas curiosas, el lugar se miró de aullidos y Samantha solo pudo mirar a su salvador confundida por la situación.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo